EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Apertura
Norberto González es uno de los economistas más notables de la Argentina. Graduado de la UBA y Master en la Escuela de Economía de Londres, presidió la Junta de Planeamiento de la Provincia de Buenos Aires, fundó el IDES, dirigió la carrera de Economía de la UBA, dirigió el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social de la ONU, sucedió a Prebisch como secretario de la CEPAL, y entre sus recientes colaboraciones estuvo delinear el Plan Fénix, elaborado en la UBA. Uno de sus trabajos más conocidos entre los estudiantes de economía es Introducción al estudio del ingreso nacional, originado en sus clases en la Facultad de Ingeniería de la UBA y en la colaboración de su entonces alumno, Roberto Tomasini. En la página 8 examina el “Desplazamiento de un bien a través de la economía”. En una primera etapa, a partir de semilla, combustible y bolsas (en total $ 10), comprados a industriales, el productor agropecuario genera $ 90 de valor agregado, repartido entre salarios (50), renta del suelo (20) y beneficios (20). Esa producción (10 + 90) es tomada como insumo por los industriales, quienes con otros insumos ($ 30) generan $ 10 de valor agregado, repartido entre salarios (6), beneficios (3) e impuestos (1), en total 100+30+10 = 140. La producción industrial se vende a los mayoristas, quienes con $ 10 de otros insumos generan $ 9 de valor agregado: salarios (5), beneficios (2) e impuestos (2), en total 140+10+9 = 159. Los minoristas compran esa producción (159) y con otros insumos (20) generan 20 de valor agregado: salarios (10), beneficios (8) e impuestos (2), en total 159+20+20 = 199. En el caso previo las actividades acaecen en el país y por ello crean un valor agregado de 129 (90+10+9+20), que reparte 71 entre asalariados, 20 entre propietarios de tierra, 33 entre empresarios y 5 al Estado. Si se abre la importación, el bien ya no se desplaza por la economía: entra a ella terminado; el único sector que actúa es el minorista: los 159 que compraba al mayorista ahora se pagan al exterior, y aparece un déficit de la balanza comercial por - 159, el valor agregado cae $ 109 (129 - 20), y los salarios pagados caen 61 (71 - 10), las ganancias caen 25 (33 - 8), las rentas del suelo caen 20 y los impuestos caen 3 (5 - 2). Tómense todos los bienes de consumo y se tendrá una idea del efecto deletéreo de la apertura indiscriminada y el dólar barato, vigentes en toda una década.
Ficciones
En mi infancia sin televisión las fiestas patrias eran ocasión para alegrías compartidas. Créase o no, se hacían frente a la comisaría. La 12, en mi caso. Sentados en la calle Valle, cortada la cuadra, nos pasaban las películas de Gardel, o en un escenario armado el día previo actuaban artistas populares, como Tincho Zabala, hijo del mítico Martín Zabalúa, el “Don Pedro” de Los Pérez García. Flotaba en el aire un sentimiento de autenticidad hacia los prohombres cuyos actos en el siglo precedente habían creado un país nuevo. Nos aprendíamos de memoria el Acta del 9 de Julio ¿Usted la recuerda? Preguntaba “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”; y la viril respuesta era “que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando 7º, sus sucesores y metrópoli”. A ello, diez días después, el diputado por Buenos Aires don Pedro Medrano –nacido en Uruguay, como Tincho y acaso también Gardel– había pedido añadir “... y de toda otra dominación extranjera”. Esa era, simplemente así, la independencia argentina: ser libres de la dominación de los Borbones, de España y de toda otra dominación extranjera. Ser independientes significaba poseer los recursos del país, no compartir su control con extranjeros. Hoy casi no queda recurso del suelo y el subsuelo, del espacio aéreo y acuático, que no esté controlado por alguna potencia extranjera, ya sea la antigua España, o las modernas. No hay servicio de gas, teléfono, luz, agua o bancos que no esté manejado por empresas extranjeras. Este Gobierno nos enseñó que cuando decía “restituir los depósitos en su moneda de origen”, hablaba de ficciones, que cuando decía que el 9 de julio “celebraremos el fin de la recesión” también hablaba de ficciones. ¿Qué deberemos entender cuando pasado mañana, el 9, se celebre el día de “la independencia”? Pues no se ve mucha independencia cuando el Parlamento acepta como iniciador de las leyes a un organismo financiero internacional, o cuando se destinan a “redescuentos” para bancos extranjeros miles de millones de pesos, sustrayéndolos de dar comida a los pobres, o insumos elementales a la salud y la educación.
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