EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Los suplementos dominicales suelen no sólo presentarse contiguos uno con otro, sino también, a veces, tratar temas comunes. Tal ocurre con el suplemento especial Qué es la filosofía del pasado domingo y esta nota en Cash. Como dice José Feinmann, podríamos entrar al tema de la Escuela de Frankfurt de diversos modos. Uno es hablar de uno de sus fundadores y mecenas: Félix José Weil (1898-1975) –no del todo olvidado: lo recuerda el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora (ed. 1999, t. 2, p. 1393)–. Félix nació en Buenos Aires, hijo único de Hermann Weil (1868-1927), emigrado de Alemania a la Argentina en 1890, dueño de una importante fortuna ganada con la agroexportación. A los nueve años fue enviado al Gimnasio Goethe de Frankfurt y luego a la recién creada Universidad de esa ciudad. Salvo un año en Tübingen (1918-19) en que participó en actividades de izquierda en la universidad, Félix vivió en Frankfurt hasta lograr en 1920 un doctorado magna cum laude en ciencia política, con una tesis sobre problemas prácticos de implementación del socialismo. En poder de una fortuna heredada de su madre, y contando también con la riqueza paterna, Weil apoyó una serie de actividades de sectores radicales de Alemania. La primera de ellas fue la Primera Semana de Trabajo Marxista, reunida en el verano de 1922 en Ilmenau (Turingia). Según Weil, tenía por fin la esperanza de que las diferentes tendencias del marxismo, al contar con la oportunidad de dialogar entre sí, pudieran arribar a un marxismo verdadero o “puro”. Allí estuvieron Georg Lukács, Friedrich Pollock, entre otros. No se llegó a convocar una Segunda Semana, por haber aparecido un proyecto más ambicioso aún. La idea de un instituto más permanente había nacido en la mente de Weil durante aquella Primera Semana, y ayudó a clarificarla el estímulo de varios amigos, entre ellos el citado Pollock. Pollock se había dedicado al comercio, pero después de finalizar la Primera Guerra Mundial se hizo estudiante de economía y política en las universidades de Munich, Friburgo y Frankfurt. Se doctoró en 1923 en el departamento de economía en Frankfurt, con una tesis sobre la teoría monetaria de Marx. Antes de la guerra, en 1911, Pollock se había hecho amigo de Max Horkheimer. La creación oficial del Instituto acaeció el 3 de febrero de 1923, y el 22 de junio de 1924, recién terminado su edificio, fue abierto oficialmente.
Cuando el tío Adolfo llegó al poder (1933) el Instituto fue cerrado y sus miembros –Theodor Adorno, Erich Fromm, Herbert Marcuse, etc.– emigraron a países más seguros. Félix Weil dejó Frankfurt en 1929 para ir a Berlín, y en 1931 retornó a su Buenos Aires natal, para administrar el importante giro comercial de su padre, ya fallecido. Aquí se encontró con un gobierno de facto, en cuya conducción económica influía notoriamente Raúl Prebisch junto a sus colaboradores (Ernesto Malaccorto, Max Alemann y otros). A los pocos meses (a comienzos de 1932), Prebisch convence al presidente Uriburu de la necesidad de un impuesto “a los réditos” (el actual “a las ganancias”). Para ponerlo en práctica se creó la Dirección General de los Impuestos a los Réditos y a las Transacciones, cuya dirección se confió a Ernesto Malaccorto. Este, a la vez que celebró poder salir de abajo del ala de Prebisch, procuró rodearse de colaboradores muy competentes. Uno de ellos, que colaboró en la organización inicial del nuevo impuesto, fue Félix J. Weil, por quien Malaccorto desarrolló gran aprecio, tanto por su capacidad de trabajo como por su generosidad. Weil dio clases sobre Concepto y alcance del impuesto a los réditos en el Colegio Libre de Estudios Superiores en los meses de junio a agosto de 1933, publicadas en Cursos y Conferencias, y en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Su colaboración se extendió a 1934 y luego emigró a EE.UU., adonde trabajó como director del Instituto Económico Latinoamericano, de Nueva York, y en el Instituto de Investigación Social, asociado a la Universidad de Columbia. Contribuyó con trabajos en Political Science Quarterly, World Economics, Studies in Philosophy and Social Science y The Hispanic-American Historical Review. En abril de 1942 dio las conferencias “Intento de New Deal en Argentina: el Plan Pinedo” y en octubre de 1943 “¿Se incorporará la Argentina a las Naciones Unidas?”. De ellas nació su famoso libro Argentine Riddle (1944), publicado antes de concluir la guerra mundial, cuando el mundo miraba la sospechosa “neutralidad” asumida por el gobierno argentino. No simpatizaba con Perón, a quien llamaba “el todavía pequeño neo-Hitler del hemisferio occidental”. El libro le dio patente de experto en el país, y motivó ser invitado por la American Economic Association. Falleció el 18 de septiembre de 1975 en Dover, Delaware.
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