Dom 18.03.2007
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EL BAúL DE MANUEL

› Por Manuel Fernández López

Los López

El apellido López aparece destacado en el primer siglo de vida independiente. Vicente López y Planes integra el primer triunvirato, junto a Rivadavia. Luego integra la Asamblea del Año XIII, junto a Agrelo. Al fundar Rivadavia la Universidad de Buenos Aires, estaba en su ánimo que en ella se enseñase Economía política, y que su profesor fuera el autor del Himno; y con ese fin puso a don Vicente al frente del Registro Estadístico, para dar a la Economía política “la utilidad que la sociedad le demanda”. El nombrado no aceptó ocupar la cátedra. Su reemplazante sería Agrelo. La historia lo llevaría hasta los hechos tumultuosos que siguen a Caseros, cuando de febrero a julio de 1852 es gobernador de Buenos Aires y designa a su hijo Vicente Fidel como ministro. Este último había participado en el movimiento romanticista de Echeverría y Alberdi, y tras una notable trayectoria humanística, aparece en 1864 como profesor de la Universidad de Montevideo, dictando la materia que su padre se había negado a enseñar en la UBA. Con tal motivo redacta algunos trabajos acerca de las categorías económicas. En la UBA, fallece Manuel Zavaleta (1873) en ejercicio de la cátedra de Economía Política y Vicente Fidel López es convocado para suplirlo. Entonces había comenzado una aguda crisis económica internacional, que hizo rotar el pensamiento de V. F. López –antes librecambista– hacia el proteccionismo. Se recuerdan sus expresiones sobre fomento industrial en la Cámara de Diputados (Sesión del 27 de junio de 1873). Su principal discípulo sería Carlos Pellegrini. El devenir político llevó a Pellegrini a unirse a Miguel Juárez Celman como vicepresidente de la Nación. El cordobés impulsó en su gobierno una política económica liberal, de privatizaciones, entrega de tierras públicas y negocios con el capital extranjero, que estalló en el noventa con una grave crisis económica, en la que debió renunciar y pasar la posta a Pellegrini. Este llamó para la cartera de Hacienda a su viejo maestro, don Vicente Fidel López. Entre ambos debieron revertir privatizaciones como las de las obras de sanidad, tierras entregadas por el Congreso para supuestos tendidos ferroviarios, absorción de emisiones monetarias clandestinas a través de la Caja de Conversión, arreglo de la deuda externa, y asiento del crédito bancario sobre bases duraderas a través del Banco de la Nación Argentina.


Cadenas y eslabones

Los bienes (mercaderías y servicios) están vinculados entre sí, tanto en la producción como en el consumo. Al explicar la noción de “valor agregado”, suele ponerse como ejemplo al trigo (bien agrícola), con el que se produce harina (bien industrial), con la que se produce pan (bien industrial). Es una cadena productiva agroindustrial vista “hacia delante”: desde los insumos hasta los productos. Pero también puede verse “hacia atrás” –como ya hizo Platón en La República– desde el producto (trigo) hacia sus insumos (tierra, trabajo, herramientas, materias primas). La doble naturaleza de cualquier bien se captura con un instrumento matemático: la matriz. El primero en concretar esa representación de la estructura productiva (la matriz de insumos y productos) fue el Premio Nobel Wassily Leontief, en 1936, año en que se publica la Teoría General de Keynes. Allí, pues, comenzó la puja entre el enfoque global y el estructural, con amplia victoria del primero. Sin embargo, en 1940 Raúl Prebisch advirtió que el manejo de grandes agregados (a la manera keynesiana) no era eficaz y podía llevar a situaciones indeseadas: una expansión global de los medios de pago aumentaba la actividad y el empleo (efecto deseado), pero también las importaciones (efecto no deseado). Un análisis sector por sector daba resultados mejores. Prebisch halló que la construcción de viviendas modestas presionaba poco sobre la importación, y daba empleo a gran número de trabajadores, que a su vez gastaban sus sueldos en alimento y otras producciones locales, de baja incidencia en la importación. En 1956, de nuevo Prebisch, se señaló a la importación de petróleo como responsable del mayor rubro de importación, y a su producción local como la de mayores efectos (o “eslabonamientos”) hacia atrás y hacia adelante. Frondizi convirtió ese dato de la matriz de insumo-producto en su “Batalla del petróleo”. Hoy, con una economía diversificada, la cadena agroindustrial no se limita a proveer alimentos al exterior, sino a sostener a cerca de la mitad de todo el valor agregado del país y a generar un tercio de todos los empleos del país. Las altas tasas de expansión del PBI que hoy se exhiben, caerán en algún momento, por debilitamiento de algunos de los factores que las impulsan. Será el momento de una política estructural, que busque las cadenas productivas con mayor capacidad impulsora.

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