EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Gratamente nos sorprendió el actual presidente de la República cuando, antes de serlo, declaró que había estado estudiando economía, preparándose para gobernar. Mucho nos esperanzó la posibilidad que tal ejemplo fuera seguido por otros hombres de gobierno de distintos niveles –provincial, municipal– y hasta por otros poderes –Legislativo y Judicial–, incluidos funcionarios de segunda línea. Cumpliríase así el plan de Bernardino Rivadavia, al crear la enseñanza de economía en la UBA en el nivel preparatorio de la universidad, como antesala de carreras mayores. ¿Con qué fin? “Procurar a nuestra patria administradores inteligentes.” Quien estudia economía aprende que ciertas llamadas “leyes económicas” son de cumplimiento más inexorable que las leyes jurídicas, y casi tanto como las leyes naturales. Una de las “leyes” del período clásico es la del “fondo de salarios”, que precisamente exponía la obra de James Mill utilizada por la UBA al enseñar economía en 1824. La “ley” dice que el salario que es posible pagar resulta del cociente entre el capital circulante destinado a salarios (K) y el número de trabajadores (N). Si llamamos w al salario, la ley dice que w, o salario medio per cápita, es w=K/N. Si no hay manera de incrementar K, la única vía para subir el salario es reducir N. Para James Mill y para su hijo John Stuart Mill, la reducción en N podía alcanzarse mediante control de la natalidad. Otra ley que aceptan los economistas dice que si la oferta de trabajo excede a la demanda, su precio económico o costo de oportunidad es cero, lo que se interpreta como salario excedente, o margen superior a la subsistencia. Si la oferta iguala a la demanda, el precio es positivo. Para mejorar el salario se tienen dos leyes, y ambas dicen que debe reducirse N u oferta de trabajo. En su momento, Juan Perón usó este resultado: “Nosotros no aumentamos los salarios –dijo a Mariano Grondona en Puerta de Hierro– sino que dimos trabajo, y entonces los salarios subieron solitos”. Hoy se interpreta que reducir la oferta, más que subir la demanda, es vía más directa para subir el salario. De ahí que la acción “abnegada” de dos funcionarios de un mismo gobierno, dirigida a reducir la oferta de trabajadores docentes –concretada en dos casos– tuvo un efecto inmediato: hoy el salario mínimo para trabajadores docentes de la provincia en cuestión ha subido a 780 pesos per cápita.
Los mecanismos del olvido y el recuerdo fueron estudiados por el psicoanálisis, que estableció una correlación positiva entre acaecimientos penosos y el deseo de borrarlos de la memoria: no olvidamos a causa de un déficit mental sino porque queremos no recordar. Pueden establecerse otras correlaciones: en los países a los que les fue bien económicamente se recuerda a sus economistas del pasado; en los países a los que no les fue tan bien, se los olvida, no se escribe sobre ellos, y por ello se los desconoce o se los conoce imperfectamente. Una vez me contaba Luigi Pasinetti que conoció a Raúl Prebisch en la casa de Kaldor, en Londres, y quedó convencido de que don Raúl era chileno. Se asombró mucho cuando le aclaré que era argentino, nacido en Tucumán. Y si yo le pregunto a usted quién sucedió a Prebisch en la cátedra de Dinámica Económica, cuando el tucumano dejó la UBA para ingresar a la Cepal, ¿sabría qué contestarme? El sucesor fue Lucas Mario Galigniana, que había dirigido el Seminario Económico en la Facultad de Derecho, al que asistieron figuras tan eminentes como Julio H.G. Olivera y Roberto T. Alemann. Galigniana había introducido la economía keynesiana en el país. Publicó Elementos para una nueva crítica de la Economía Política en Boletín de Estudios Políticos (Nº 2), reproducido en 1952 por la Universidad Nacional de Cuyo. Allí decía: “En nuestro país, desde 1946, el intervencionismo estatal se ha acentuado extraordinariamente. Se nacionalizó el Banco Central, puertos, ferrocarriles, servicios de gas y telefónicos, usinas eléctricas, seguros, reaseguros, servicios sanitarios, los elevadores de granos. Se instauró el control del Estado sobre el sistema bancario. Un organismo estatal, el IAPI, comercializa las cosechas. El Estado creó una poderosa flota mercante de ultramar y una importante flota aérea. Intervino en la fijación de los precios de mercancías y factores productivos con criterio social, especialmente en la protección de los salarios del trabajador industrial y rural, y de los asalariados en general. La acción estatal tiene el significado de recuperación del patrimonio nacional y lucha por la independencia económica que comprende, en algunos casos, la industrialización acelerada”. Después de 1955 otro modelo se impuso y los libros de Galigniana desaparecieron de las bibliotecas. Y no sabemos nada más de él. ¿Alguien querrá ayudarnos?
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