Dom 23.03.2003
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EL BAúL DE MANUEL

El baúl de Manuel

› Por Manuel Fernández López

Mosconi

Enrique Mosconi (1877-1940), director de YPF (1922-30), promotor de la destilería de La Plata, que inauguró en 1925, autor de El Petróleo Argentino, hoy se estudia en toda América latina, menos en los niveles primario, secundario y universitario de la Argentina. Recorrió América viendo a hombres de Estado y dando conferencias. Dijo en México (1928): “En una reunión celebrada en el Instituto de Ciencias de Williamstown, el petróleo fue designado como la encarnación moderna del antiguo dios de la guerra, Marte; afirmándose que el combustible líquido es, hoy por hoy, el factor más poderoso de la paz o de la guerra. El petróleo tiene además la propiedad de haber desencadenado para su posesión todas las bajas pasiones. En torno del petróleo se han entablado las más intensas luchas económicas y armadas, y presenciamos a diario, como métodos de posesión, de acaparamiento y de dominio, torrentes de oro destinados a obtener la complacencia, la infidelidad, el soborno y la alta traición de los encargados de custodiarlo”. Allí le dijo el presidente Calles: “Hasta ahora, ¿qué hemos recibido de esa riqueza enorme de México? El pueblo mexicano ve que se la llevan, simplemente. Lo que ayer era aparentemente un emporio de riqueza, es hoy un triste y desamparado lugar. Da la impresión de que hubiera pasado por allí, arrasándolo todo, esterilizándolo todo, un fantástico gigante destructor, que va dejando tras sí esas huellas profundas de su acción devastadora”. Calles fue finalmente doblegado por la acción conjunta de la amenaza de intervención armada y la habilidad de Dwight Morrow, amigo del presidente Coolidge y personero de la banca Morgan, representante de la Standard Oil. Uno de los medios empleados por las empresas norteamericanas para doblegar a Calles fue el de cegar los pozos y levantar las instalaciones, además de negarse a pagar los impuestos al gobierno mexicano. Días después, dijo Mosconi en Colombia: “Nos congrega el moderno dios de la paz y de la guerra: el petróleo”. Escribió en El Intransigente de Salta –donde operaba la Standard Oil–: “Las naciones poderosas procuran la conquista de los yacimientos petrolíferos y ejercitan para su adquisición todos los procedimientos, invocan derechos, trafican con las conciencias, presionan con su diplomacia, y la brutal intervención armada o el bloqueo económico terminan con la codiciada posesión”.

Frondizi

Frondizi fue el único presidente argentino que desnudó la intromisión de empresas petroleras en la vida política de los países subdesarrollados. Escribió en 1954: “A través del petróleo se puede estudiar el crecimiento, la consolidación y la crisis del capitalismo. El conocimiento de la acción de las empresas petroleras nos revela el doble y contradictorio contenido del capitalismo: su enorme poder creador y su fuerza de concentración. En el presente prácticamente dos grandes consorcios –británico y estadounidense– controlan la mayor parte de la producción, el transporte y la comercialización mundial del petróleo. Investigaciones del Congreso de Estados Unidos han demostrado que la actividad petrolera mundial está manejada por dos grupos: el norteamericano y el británico. El petróleo dejó de ser una libre actividad industrial ejercida en beneficio de la comunidad que la posee, para convertirse en una fuerza que forma parte del proceso imperialista como fenómeno de dominación económica y política que mantiene en la sujeción colonial o dependiente a los países subdesarrollados que poseen fuentes petrolíferas. La explotación desenfrenada de los yacimientos en zonas atrasadas y la exportación del combustible extraído no han reportado mayores beneficios para los pueblos dueños del petróleo, que continúan manteniendo bajos niveles de vida. La utilización de la violencia y la corrupción como medios para conseguir sus fines son hechos que jalonan la historia de todos los grandes trusts petroleros. Cuando las empresas petroleras no pueden vencer por sus propios medios los obstáculos que se oponen a sus designios, los Estados nacionales de las mismas intervienen prestándoles amplio apoyo con todo su aparato militar y diplomático. Cuando las empresas petroleras necesitan afirmar su posición en la utilización de los yacimientos o en la adquisición de concesiones, intervienen activamente en los países en que actúan, abierta o solapadamente, prestando ayudas financieras a determinados partidos o a sus hombres dirigentes y hasta financiando revoluciones, si ellas son necesarias. La experiencia histórica demuestra que el imperialismo petrolero no ha apoyado un solo caso de transformación política de tipo democrático. Se reparten entre los dos grandes grupos –británicos y estadounidenses– el petróleo que no les pertenece”.

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