Lun 14.01.2002
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EL BAúL DE MANUEL

Los cuentos del tío Remes

Un viejo negro, el Tío Remus, narraba a un niño aventuras de los animales del bosque: “Tío Remus”, dijo el niño una noche, al encontrar al anciano con poco o nada que hacer, “¿cuando el zorro atrapó con brea al conejo, lo mató y se lo comió?”. Así empezaba uno de los cuentos escritos por Joel Harris, publicados como Leyendas de la vieja plantación (1881). Harris, como San Francisco, llamaba “hermanos” a los distintos animales. Los principales personajes eran el “hermano conejo” (Brer Rabbit) y el “hermano zorro” (Brer Fox), cuyos apelativos de “hermanos” señalaba más el anhelo de fraternidad entre razas en los EE.UU. de los 1880 y 1890 que la efectiva superación de sus antagonismos naturales. La diversidad biológica entrañaba pertenecer a una cadena alimentaria, ser comensal o comida. La dinámica fundamental de la relación entre el hermano Zorro y el hermano Conejo no era coexistir como iguales, sino vencer y someter uno al otro. El afán de predominio reflejaba el afán de superioridad del blanco sureño, instrumentada mediante la institución de la esclavitud previa a la Guerra de Secesión. Por raro que parezca, vuelven hoy los personajes de Harris. El Estado que renuncia a asistir y defender a los débiles del sistema, ya no es Estado Desertor, sino algo más dulce: el “hermano oso”, ya que, como tal, debe hibernar cada tanto, y ahora debe eliminar funciones para evitar gastos hasta que las condiciones económicas mejoren. También reaparecen el “hermano zorro” y el “hermano conejo”, y la brea, como bancos, público y corralito, respectivamente. Bien dice Remes que “el corralito retiene los depósitos de los ahorristas” y que “los bancos no tienen la plata, porque esa plata está prestada”. El ahorro es la parte no consumida de los ingresos. El salario es un ingreso destinado a consumo. En una sociedad tan desigual como la argentina, el salario es todo consumo. Por eso mismo la bancarización del salario no es crear un ahorro a 1 o 2 meses, sino cobrar en un banco lo que se cobraba por tesorería. Median sólo horas entre la acreditación del salario y su gasto. Cuando se devenga el salario, ya le esperan la cuenta del almacén, alquiler y expensas, facturas de servicios, tarjetas de crédito, cuotas del colegio y del auto. Los bancos no pueden prestar a 3 o 4 años esas sumas. No son ahorros y no pueden permanecer en el corralito. Dejarlos es someter a servidumbre al asalariado.

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