Lun 14.01.2002
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EL BAúL DE MANUEL

Devaluaciones eran aquéllas

Devaluar es una medida de política económica, una acción estatal que altera la economía del sector privado, en el marco de un tipo de cambio fijo. En un marco de tipos de cambio fluctuantes es el mercado el que, por acción de la oferta y demanda de divisas, modifica el tipo de cambio. Aquí, donde se cotizan las divisas en términos de moneda local, devaluar es dar por un dólar mayor número de pesos. En una sociedad enrevesada como ésta, donde nadie confía en la moneda local, en la que hasta los préstamos entre argentinos se contratan en dólares, devaluar produce resultados de todo tipo. Pero hay dos casos históricos en que se usó la devaluación con fines de política económica, y que muestran que la devaluación no es unavarita mágica. En la segunda presidencia de Perón, el tipo de cambio lo fijaba el gobierno, que no había adherido al sistema del FMI. El fin de una devaluación era, en última instancia, generar las divisas requeridas por la industria, principal dadora de empleos urbanos, que absorbía las migraciones internas y concentraba el apoyo político al régimen. Al devaluar se ponían más pesos en manos de los exportadores (los productores agropecuarios): el ingreso se redistribuía a favor del agro y en contra de sectores urbanos. Pero aparecía un resultado no deseado: el agro no respondía con más producción al incentivo de mayores ingresos, por bajos rindes, técnicas atrasadas o falta de mecanización; y peor aun, por exportarse los mismos bienes que requería el mercado interno, la devaluación cambiaria subía el precio local de los alimentos en igual proporción que la devaluación. Era igual mecanismo de mercado que el que hoy hace subir localmente el precio de harinas y carnes, supuestamente productos no dependientes de insumos importados. El valor del salario caía, nacía una presión para recuperarlo que, al concretarse, licuaba el incentivo inicial a los agroexportadores. El saldo era: cero aumento de producción rural, el Estado como dador de empleos y mayores niveles de precios minoristas y salarios, es decir, inflación. De haber retenido el Estado la ganancia cambiaria de los agroexportadores, los precios internos de los alimentos no tendrían por qué subir. Fue lo que hizo Krieger Vasena en 1967, al devaluar 40 por ciento, retener la ganancia cambiaria de los agroexportadores, pero no retener la misma ganancia a exportadores manufactureros.

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