EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Pan para hoy
Decía Adam Smith que la aparición de un Estado fuerte se debió
a la necesidad de proteger a los grandes propietarios de la codicia de los no
propietarios. Nuestro Alberdi aplaudió esa explicación. Y él
mismo, según sostenía Juan Pablo Oliver (1976), en las Bases...
propuso una constitución orientada a favorecer la inversión extranjera,
y en particular a sus clientes capitalistas en Chile, como William Wheelwright.
Cabe así preguntar si las instituciones políticas son un reflejo
de los intereses económicos: la institución “presidente
de la República” ¿buscó permitir endeudar con el
exterior a futuras generaciones, no consultables ni capaces de negarse? El primero
investido con esa dignidad, Don Bernardino Rivadavia, fue también el
primero en endeudar al país con el exterior, en 1824, al promover un
empréstito con la Casa Baring de Londres, que no fue pagado en esa generación,
sino por las siguientes. El primer presidente también estableció
la enseñanza de economía en el país, en la UBA, en las
cátedras de Economía Política y de Ideología. Esta
última se basó en el Tratado de Economía Política
de Antoine Louis Claude Destutt de Tracy, a quien Rivadavia había conocido
en París en 1818, pero cuyos consejos desoyó. En efecto, el francés
escribió en su tratado: “Un gobierno de cualquier tipo, en el mundo
de los hombres actuales, ¿tiene derecho a gravar a hombres aún
no nacidos, y obligarles a pagar en épocas futuras los gastos de hoy?
No es siquiera el caso de un testamento; contra el cual se ha dicho, con razón,
que ningún hombre tiene derecho a ser obedecido después de su
muerte... los herederos de un testamento siempre son libres de aceptar o rechazar
sus herencias, que en el fondo sólo les pertenecen en virtud de las leyes
que las permiten, y bajo las condiciones que la ley prescribe. Una generación
no recibe de la anterior, como herencia, su derecho a vivir en sociedad; y de
vivir en ella bajo las leyes que le plazca. La primera no tiene derecho a decirle
a la segunda: si quieres sucederme, así es como debes vivir y así
como debes comportarte. Pues de semejante derecho se seguiría que una
vez sancionada una ley nunca podría cambiarse. Así, el Poder Legislativo
actual, que siempre se considera como órgano de la voluntad general actual,
no puede obligar ni limitar al Poder Legislativo del futuro, que será
el órgano de la voluntad general de una época todavía por
venir”.
Número, peso,
medida
Este miércoles se otorgó el Premio Nobel en Ciencia Económica.
Otra vez el Banco de Suecia galardona a quienes ensancharon el horizonte metodológico
de la economía cuantitativa. Recordemos que la primera vez que se otorgó
el premio fue a Jan Tinbergen, de Holanda, y a Ragnar Frisch, de Noruega, ambos
importantes figuras del movimiento econométrico en las décadas
del treinta y cuarenta, y en 1980 y 1989 el preciado galardón fue conferido
a Lawrence R. Klein (Estados Unidos) y a Trygve Haavelmo (Noruega), también
importantes figuras de la econometría, aplicada y teórica, respectivamente.
La economía cuantitativa tuvo un desarrollo espectacular en el siglo
20, aunque no nació en esa centuria. El padre del enfoque fue Sir William
Petty, quien en su aritmética política proponía expresarse
en términos de número, peso y medida, fórmula que tomó
de un libro de la Biblia. Su enfoque fue continuado por Cantillon, Quesnay y
Turgot, y resultó útil, con Juglar y Mitchell, para analizar las
crisis económicas. Los premiados son Robert F. Engle, estadounidense,
y Clive W. J. Granger, británico, aunque ambos profesores en EE.UU. (en
las universidades de Nueva York y California, respectivamente). A Engle se le
reconoce su aporte a los métodos de análisis de series cronológicas
económicas con volatilidad variable en el tiempo, o en términos
técnicos, series cronológicas cuya variable aleatoria posee heteroscedasticidad
condicional autorregresiva. A Granger se le reconoce su aporte a métodos
de análisis de series cronológicas económicas con tendencias
comunes (cointegración). Recordemos que el economista cuantitativo trabaja
con dos tipos básicos de datos: los de sección cruzada, que miden
cierto atributo entre diversos integrantes de un universo en cierto instante
de tiempo, y las series cronológicas, que miden la fluctuación
de cierto atributo a lo largo de distintos instantes de tiempo. Uno de los problemas
que plantea una serie cronológica es qué valor tomar como representativo
cuando las fluctuaciones son muy intensas. Ya Adam Smith se preocupaba por ello,
y para los precios propuso los precios naturales. Otros problemas: la tendencia
secular y las fluctuaciones estacionales, que oscurecen un correcto análisis
del ciclo económico. Resolver estos problemas es la historia que conduce
a los modernos métodos de Engle y Granger.
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