Perspectiva.
El acuerdo con los gobernadores abrió una impasse en medio de la crisis. El pacto de gobernabilidad fue una condición necesaria, pero no suficiente para superar los problemas. Creo que el acuerdo le otorga oxígeno al Gobierno, aunque sostengo que entre los 14 puntos rubricados existen algunos contradictorios, como la posibilidad de bajar impuestos y disminuir el déficit fiscal simultáneamente. Los frentes abiertos que tiene el Gobierno son varios: la disparada de la inflación, la crisis social y el deterioro del sistema financiero. Respecto de este último punto, creo que la ley Antigoteo permitirá ganar algo de tiempo porque el sistema ya no soportaba una huida de 300 millones de pesos diarios. No obstante, esa norma no resulta una solución de fondo. En algún momento deberán redefinirse los depósitos a la vista. Habrá que implementar un Plan Bonex o alguna variante similar, con entrega de bonos a cambio de depósitos.
Expectativas.
La única carta que le queda al Gobierno es regenerar la confianza. Esa es la única forma de evitar más presión sobre el dólar. El objetivo sería lograr la estabilidad –que la economía deje de caer– y que, en el mediano plazo, se llegue a la reactivación.
Acuerdo con el FMI.
Después de la crisis de la última semana, el acuerdo con el Fondo quedó más lejos. Por eso sería tan importante que exista una red social para evitar estallidos. Antes que perfilarse hacia una ortodoxia fiscal y monetaria, habría que tomar algunas medidas asistenciales. La prioridad es incrementar la demanda interna. Con una mejora en el mercado interno y con respaldo político, este gobierno sería capaz de enhebrar un plan económico propio, coherente y sustentable.
Recomendación.
Para alguien que pueda ahorrar a largo plazo, las acciones exportadoras son una muy buena opción, ya que han quedado retrasadas con respecto al dólar y se encuentran en mínimos históricos. Para el corto plazo, la única opción sería juntar 10 mil pesos como mínimo y comprar Letras del Banco Central.