INTERNACIONALES › LUCES Y SOMBRAS DE LOS PRIMEROS AñOS DE LULA
En la mitad de su mandato, Lula acumula críticas de traición por su política económica. Pero los hechos muestran otra cosa.
Luiz Inácio Lula da Silva llega a la mitad de su período presidencial viviendo entre extremos. De un lado, la euforia causada por los buenos resultados en la economía y por la fuerte recuperación de su popularidad. De otro, las críticas de sus más antiguos seguidores y, principalmente, de parte considerable de las izquierdas brasileñas, que le recriminan por no haber impulsado los cambios prometidos y seguir la misma política económica de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso.
Aplausos un tanto discretos de los grandes empresarios, aún quejosos de las astronómicas tasas de interés aplicadas por el gobierno, aplausos decididamente eufóricos de bancos e inversionistas. Jamás, desde la primera mitad del siglo pasado, los bancos ganaron tanto dinero en Brasil como en el gobierno del antiguo dirigente sindical que capitaneó huelgas históricas en el cruce de los ‘70 y ‘80. A eso se suman otros contrapuntos: críticas contundentes de algunos movimientos sociales históricamente aliados al Partido de los Trabajadores (PT), como el de los Sin Tierra (MST) y la Comisión Pastoral de la Tierra. Dentro del mismo PT las corrientes que discrepan con la política de Lula ganan fuerza, y son controladas con mano dura por la cúpula del propio partido gobernante, instalada en Brasilia.
Mientras entre los agentes del mercado financiero existe franca euforia por los resultados económicos –el año pasado la economía creció un 5 por ciento frente al estancamiento sufrido en 2003, las exportaciones llegaron a los 95.000 millones de dólares, los índices de producción industrial y de las ventas crecieron de forma significativa–, en la población esa sensación se reduce a un palpable alivio y a un relativo optimismo frente a 2005. En el fondo es como si se dijera: 2003 ha sido tan duro que ahora cualquier cosa ocurrida en 2004 es un alivio.
La prensa brasileña, siempre dócil a los intereses del capital, aplaude sin discutir. El gobierno se basa en esa prensa para divulgar que está en el camino correcto, y que los resultados son su mejor muestra. Los críticos insisten en la pregunta: ¿de qué valen buenos números si la catastrófica situación social no ha menguado?
Un año y medio tras la puesta en marcha de Hambre Cero, el programa acumula un gran número de denuncias de desviaciones, corrupción e ineficacia. Betto ha sido uno de los más cercanos amigos de Lula que antes han abandonado el barco. Junto a él, más de una docena de históricos compañeros de viaje optaron por volver a casa.
Para finales de febrero se esperan importantes cambios en el equipo de Lula. Serán los segundos desde su llegada al poder. Se comenta en Brasil que el gobierno pasa por una etapa de despetización del PT. La verdad quizá sea otra: Lula y su equipo de estrategas de confianza se dieron cuenta, ya en la campaña electoral de 2002, que con las ideas y banderas defendidas por su partido no sería elegido jamás. Cuando lanzó, a mediados de aquel año, la Carta a los Brasileños, anunciando un programa que poco tenía que ver con el del PT, y mucho con lo que había sido llevado por su antecesor, poca gente le creyó. Los votantes de izquierda pensaron que era nada más que un mensaje pacificador para el sistema. En el otro lado, se pensó que era un mensaje de la izquierda para ganar confianza. Pasados dos años de la llegada de Lula al poder, se ve que todos se equivocaron. No era una pieza de mercadotecnia.
En ese plan se aseguraba que el superávit en las cuentas públicas sería mantenido y ampliado, que habría una reforma del sistema de pensiones de los funcionarios, que los inversores extranjeros obtendrían todas las garantías para sus negocios, y que el control de la inflación se impondría sobre la búsqueda del crecimiento acelerado de la economía.
La verdad es que Lula no mintió: los dos lados se engañaron. Uno está ganando. El otro, no. Lo que muchos se preguntan en Brasil es lo siguiente: si todo el cambio es lo que hay, ¿por qué fue elegido Lula y no el candidato del partido de Cardoso?
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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