Dom 04.08.2002
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INTERNACIONALES › LA SITUACION BRASILEÑA, TRAS LA SEMANA EN QUE SE DERRUMBO EL REAL

“En Brasil no hay corrida bancaria”

Daniel Araujo, director de Standard & Poor’s en San Pablo, cuenta cómo ven los mercados la crisis brasileña. Descarta la teoría del contagio argentino y lo desvela el avance de la izquierda.

Por Cledis Candelaresi

La suba del riesgo país y del dólar amagan sumir a Brasil en una crisis tan severa como la que sacude a la Argentina. Para Standard & Poor’s, la situación es manejable y el default es un riesgo aún remoto, aunque el mix de incertidumbre política y dificultades fiscales plantea “perspectivas negativas” para la deuda brasileña. Daniel Araujo, director de la sede paulista de aquella calificadora de riesgo, explicó a Cash por qué el contagio argentino es apenas un capítulo menor.
¿Esta suba del tipo de cambio es sólo algo coyuntural o se mantendrá?
–Es muy difícil saberlo ahora. Hay una gran volatilidad propia de la etapa pre-electoral y el futuro del real depende en cierta medida de quién triunfe el 6 de octubre. Pero las propias encuestas dan resultados diferentes todo el tiempo. Los bancos que operan acá consideran que la suba del dólar es una reacción exagerada. Aun así es difícil pronosticar qué ocurrirá hasta tanto se resuelvan las elecciones.
¿Esto significa, concretamente, temor a Lula da Silva?
–No solamente. También Ciro Gomes genera cierto resquemor. Lo más inquietante es no saber con precisión qué harían uno o el otro.
¿La gran incógnita es saber si pagarán la deuda o entrarán en default?
–Todos los candidatos dicen que van a pagar. Pero esta promesa no es suficiente. Hace falta tener precisiones sobre los planes de gobierno. Si el mercado realmente pudiera creer que los postulantes respetarán las pautas básicas sobre control del déficit fiscal y la inflación, quizás las cosas serían distintas. Es más grave la incertidumbre sobre las políticas de los candidatos que develar el nombre del futuro presidente. Además, Brasil tiene problemas que pueden dificultar el camino a cualquiera. En el mercado internacional, los inversores están más conservadores y por ello están dejando de venir fondos a Brasil. Las empresas que tienen deudas externas en dólares también están complicadas.
Con este cuadro, ¿Brasil no corre el riesgo de caer en cesación de pagos, más allá de la voluntad de quien lo gobierne?
–Según el escenario de Standard & Poor’s, con la política actual de relativa austeridad fiscal, la deuda es manejable. El problema es que las cosas se están deteriorando rápidamente. Por eso la perspectiva de calificación de la deuda es negativa. En realidad, no hay mucho margen para cambios drásticos en la orientación política.
¿Entonces es indiferente que gane Gomes o Lula?
–Lo que sucede es que ellos deberán negociar todo con el Congreso y eso acota bastante la libertad de acción.
¿Cree que la última devaluación puede ser el punto de partida de una recesión profunda en Brasil?
–Por ahora no es seguro que Brasil haya entrado en recesión ni que éste sea el camino inevitable. Lo cierto es que hasta hace poco había una estimación de que el Producto Bruto Interno crecería un 2 por ciento este año y ahora esos pronósticos se corrigieron hacia abajo: el PIB apenas crecerá un 1,5 por ciento.
Pero, sin dudas, la devaluación del real encarece una parte importante de la deuda...
–Eso es así, sin duda. Un tercio de la deuda interna del Brasil está atada al dólar, ya que se ajusta por tipo de cambio. Obviamente que esto complica la situación fiscal.
Algunos analistas sostienen que el sector financiero es bien sólido. Pero la suba del riesgo país y del dólar deben impactarlo...
–Claramente hay un deterioro en los activos de los bancos, que tienen en cartera una alta proporción de títulos públicos y éstos se están depreciando en la medida en que el riesgo país sube.
¿Y no existe el riesgo de una corrida de depósitos, a semejanza de lo que ocurrió en la Argentina o está ocurriendo en Uruguay?
–Es más difícil en Brasil, ya que las personas no están acostumbradas a usar dólares en el día a día. Los bancos captan depósitos fundamentalmenteen reales, y la parte de la deuda internacional no es muy relevante, en particular para los bancos. Además, la gente confía en las entidades financieras y, por su memoria inflacionaria, prefiere tener el dinero guardado allí, con un rendimiento, que en su casa. Ultimamente hubo una salida importante de los fondos de inversión, pero los ahorristas conservaron su dinero en las entidades financieras. Lejos de haber una fuga de depósitos, el dinero acumulado en las cuentas a la vista está subiendo.
La política de altas tasas de interés que aplica Brasil, ¿no está propiciando el desvío de capitales hacia la especulación y, por lo tanto, no propician recesión?
–Eso siempre es un riesgo. Pero cuando en 1999 la situación era muy difícil, la tasa básica llegó al 45 por ciento anual, contra el 18 por ciento actual. Si la suba es por un período corto, no es muy grave.
¿Cree que hay que hablar de contagio o efecto Tango?
–Los problemas de Brasil se explican por una conjugación de factores, y la crisis argentina es apenas uno de ellos. Este es un momento complicado en todos los mercados, en particular porque los inversores norteamericanos están conmovidos por los problemas como el de Enron. Las exportaciones a la Argentina se redujeron dramáticamente, y eso también afecta. Pero todo esto tiene como marco el problema interno de la gran incertidumbre política.
¿Cuál es para ustedes el pronóstico para el futuro inmediato?
–Por las vulnerabilidades del sector externo, la disminución de la inversión extranjera directa y la incertidumbre interna, la perspectiva de calificación del país es definitivamente negativa.

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