INTERNACIONALES
La liberalizacion de un mercado estrategico en Europa desata fusiones.
› Por Fabien Zamora
Desde Madrid
La liberalización del mercado energético europeo atraviesa un momento de apogeo en el que paradójicamente los grupos del sector buscan concentrarse, apoyados, en algunos casos, por la voluntad de los Estados de convertirse en líderes nacionales en ese estratégico sector. En pocos meses se produjeron varias grandes operaciones, especialmente en España, donde la primera eléctrica, Endesa, fue blanco de varias Ofertas Públicas de Adquisición (OPA) provenientes de diferentes países, y donde la segunda eléctrica española, Iberdrola, compró la británica Scottish Power. En Francia, Suez y Gaz de France tratan desde hace más de un año de fusionarse bajo los auspicios del gobierno, sin gran éxito, y en Holanda, los dos primeros operadores, Essent y Nuon, intentan seguir el mismo camino.
“Es un efecto inesperado de la desregulación”, explicó Colette Lewiner, directora del sector energético del gabinete CapGemini. Los grandes operadores acumularon mucho dinero y como “tienen miedo de perder su cuota de mercado en su país a causa de la desregulación, quieren ganarla fuera”, añadió. El movimiento se perpetúa porque la Comisión Europea luego les impone cesiones de activos cuando llegan a un nuevo país, alimentando las operaciones de compra. Así, el grupo español Acciona y el italiano Enel van a tomar el control de Endesa y después vender activos al gigante alemán EON. Igualmente, Suez y Gaz de France debieron resignarse a vender importantes activos en Bélgica para que el proyecto de fusión sea validado por la Comisión.
Pero la bulimia de crecimiento de los grandes grupos también se explica en la estructura del mercado energético, muy poco elástico. La demanda no varía en función del precio de venta, porque la energía es un bien indispensable. Y el poder está en manos del productor, sobre todo porque el almacenamiento en aval de la cadena de producción por parte de quienes la comercializan es muy difícil, casi imposible. “Estructuralmente, la apertura no puede conducir a concentraciones, ya que el productor debe tener el mayor poder de mercado posible para influir en el precio”, sostiene Patrick Larradet, administrador de la Red de Transporte de Electricidad de Francia. Pero a las acciones decididas por los grupos se suman aquellas de los gobiernos de los Estados miembro, que facilitan las operaciones –y a veces hasta las dirigen directamente– para dar nacimiento a líderes nacionales.
El gobierno francés se implicó en gran medida en el proceso de fusión de Suez y Gaz de France y el español luchó con todas sus fuerzas para mantener a Endesa bajo la bandera española, para disgusto de la Comisión Europea. Esta debe además hacer frente a la oposición de algunos Estados sobre temas de fondo, como el del alcance de las redes de transporte de electricidad o de gas (las tuberías de gas y las importantes líneas eléctricas). Bruselas considera que es indispensable que sean totalmente independientes de los operadores históricos, como es el caso de Electricité de France. Pero varios países importantes de la UE, como Francia y Alemania, son hostiles a este corte vertical de los operadores históricos que los priva de poder y beneficios. Para Lewiner, “todos creen en Europa en los papeles, pero simultáneamente, como la energía es estratégica, los Estados miembro quieren su líder nacional para controlarla mejor. No están dispuestos a confiar su política energética a Europa”. Ocho países, entre los cuales están España y Gran Bretaña, pidieron la semana pasada a la Comisión Europea que mantenga su política y autorice el recorte de esas grandes compañías como EDF, EON o la italiana Eni.
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