Dom 17.08.2003
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INTERNACIONALES › ORIGEN Y CONSECUENCIAS DEL COLAPSO EN LA COSTA ESTE

Cuando se apaga la luz

El apagón en Nueva York y otras ciudades del este norteamericano golpeará a sectores ya heridos, y puede ser una señal de peligro.

Por Claudio Uriarte

El apagón es una señal de alarma para incitarnos a modernizar nuestro sistema de distribución de electricidad. Debemos comprender qué pasó y remediarlo.” Viniendo de alguien como George W. Bush, con su talento para los non-sequiturs y para la extracción de conclusiones de propio beneficio de problemas de distinto origen, este diagnóstico, enunciado el viernes en un acto sobre medio ambiente en un Parque Nacional de Santa Mónica, podría haber inspirado el pánico que no causó el dominó de colapsos eléctricos con epicentro en la Costa Este: quién sabía si el presidente no se iba a descolgar con remedios tales como una nueva reducción de impuestos, la perforación de nuevos pozos petroleros en Alaska o incluso la multiplicación de la tala de árboles en parques nacionales. Con Bush iniciando su campaña electoral, no hay duda de que pronto aprovechará la ocasión. Pero, por lo pronto, hay algo cierto: las redes eléctricas son demasiado viejas y demasiado endebles par un consumo cada vez más frenético. Y los productores pueden estar manipulando otra vez ese consumo a su favor.
En sí, los efectos económicos del apagón no deberían ser profundos. Wall Street reaccionó con indiferencia. Los analistas, hasta cierto punto, también. “El impacto máximo sería una pérdida de 25 a 30.000 millones de dólares diarios en el Producto Bruto Interno”, opinó David Rosenburg, analista de Meryll Lynch. El banco estima que el crecimiento del Producto Interno Bruto podría limitarse a 3 por ciento en el tercer trimestre de 2003. “Por supuesto, tiene un costo, pero creo que se puede recuperar en gran parte”, opinó, por su parte, Sung Won Sohn, analista del Banco Wells Fargo. El mayor impacto será sin duda sobre la producción industrial, donde las cadenas de montaje de vehículos, principalmente en la región de los Grandes Lagos, fueron afectadas por el extenso corte energético. General Motors, Ford y Chrysler, las tres automotrices más grandes, decidieron el cierre de 54 fábricas de automotores. El apagón acentuó el caos también en el transporte aéreo, provocando la anulación de centenares de vuelos en plena estación turística, sumando dificultades a una industria ya en crisis. Los costos de operación de las aerolíneas aumentarán en cientos de millones de dólares, según la presidenta de la empresa de consultoría de la aviación Avmark, Barbara Beyer. Las aerolíneas estadounidenses, maltrechas primero por una economía vacilante, luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 y después de la guerra de Irak, esperaban mucho de esta temporada, pero éste es un golpe fuerte en su contra. Por último, la confianza de los consumidores, ya maltrecha antes de los apagones, parece destinada a un nuevo declive.
Sin embargo, parece evidente que el mayor impacto se registrará en el frente legislativo y regulativo. Debido a un furor antirregulatorio en la segunda mitad de los ‘90, California, el estado más próspero, sufrió una crisis eléctrica que pronto halló réplicas en otras partes del país. El motivo fue la manipulación de las tarifas eléctricas por los productores –entre ellos la fatídica corporación Enron–, que estimuló un exceso de demanda a costa del sector distribuidor.

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