AGRO › NUEVO SAINETE POR EL PRECIO DE LA LECHE
› Por Claudio Scaletta *
El mercado, ese espacio ideal donde los actores económicos proyectan y concretan sus operaciones de compraventa, no suele ser ámbito para las emociones. Esta semana, sin embargo, las grandes firmas lácteas se apartaron de la norma. En un comunicado del Centro de la Industria Lechera (CIL) se manifestaron “desconcertadas” por la actitud asumida por algunos tamberos. La sorpresa se originó en los “escraches” que los productores primarios realizaron contra sus plantas industriales. La razón no fue nueva. En el complejo lechero se juega el eterno clásico de las “cadenas” agroindustriales por el precio de la materia prima. El partido suele ser desparejo. Según destacan los críticos, la cancha está inclinada por el peso de los activos estratégicos controlados por las usinas, las que se beneficiarían por su posición oligopsónica, es decir por ser el polo de captación de renta de una estructura de mercado signada por el poder de unos pocos compradores frente a una multitud de oferentes.
La particularidad del sector lechero en relación con otros complejos agroindustriales, entonces, no está en su estructura mercantil, sino en el orden de los sucesos más recientes que permitieron la confluencia de los condimentos más picantes de la actual coyuntura económica: aumento explosivo de las exportaciones y de los precios al consumidor, suba de retenciones y su posterior baja. Este punto último es el más interesante. La industria láctea fue la única que hasta ahora consiguió que se deje sin efecto una suba en las retenciones. Y aunque se trata de un beneficio muy reciente –la decisión se tomó a fines de agosto pasado– nadie parece recordar los motivos esgrimidos por Felisa Miceli para justificar la decisión. Hace apenas un mes, la ministra explicó en conferencia de prensa que la rebaja serviría para favorecer a unos 13 mil tamberos al permitir “un mantenimiento de los precios de la producción láctea que beneficiará a la ecuación económico-financiera de cada uno de los productores”. Según agregó entonces Miceli, “el precio de la leche estaba en aproximadamente 51-52 centavos por litro y se redujo a 48 centavos. Esperamos que esta medida mantenga esos precios de 51-52 centavos porque es lo que, de acuerdo con las estimaciones que realizamos, torna competitiva la producción primaria y permite el ciclo de reinversión del sector”.
¿Qué pasó en estos 30 días?
Según el comunicado del CIL:
Por su parte, los tamberos que “escracharon” las plantas de SanCor, La Serenísima, Nestlé, Verónica, Williner, Molfino y La Sibila se quejaron porque la baja de retenciones no se tradujo en mejoras de precios, lo que aseguran se mantienen en un promedio de 47 centavos por litro.
En términos de política económica el laboratorio del mercado indicaría, luego del primer ensayo, que una baja en las retenciones no necesariamente se traduce en mejoras en los valores que reciben los productores primarios.
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