AGRO › EXPORTACIONES DE VINOS EN NIVELES RECORD
El complejo vitivinícola no escapa a la tendencia de integración vertical internacional y a la sofisticación de la demanda.
› Por Claudio Scaletta *
En 2006 se prevé que las exportaciones de vinos argentinos se incrementarán en un 30 por ciento en relación con 2005 y superarán los 500 millones de dólares, con lo que establecerán un nuevo record. La mitad de las ventas al exterior se concentra en nueve empresas, una concentración por debajo de la media del resto de la economía. El principal destino es Europa, donde el Reino Unido acapara casi un tercio de las compras totales. Las mayores exportaciones son el resultado de un largo proceso de transformación del complejo vitivinícola local.
En un contexto de globalización de los mercados, todos los complejos agroindustriales enfrentan la necesidad de adaptarse a una demanda más sofisticada y, en consecuencia, se ven compelidos a mejorar la calidad de los productos ofertados. A ello se agrega que la adaptación debe hacerse en un marco de competencia con grandes firmas multinacionales, que en muchos casos reciben subsidios a la inversión en sus países de origen. Por lo general se trata de empresas con origen en el capital comercial, en particular supermercadista, que reciben la inyección de abundantes recursos provenientes del capital financiero. El caso del complejo vitivinícola, más allá de la conservación de marcas, no escapa a la tendencia de integración vertical internacional hacia abajo y a la aceleración de la sofisticación de la demanda.
En el plano estrictamente local también se sumó el impulso dado por la devaluación en un mercado que ya estaba reorientándose hacia la exportación y hacia los productos de mayor valor agregado. Los cambios en el consumo de las últimas décadas también son notables. El primer dato es la caída en volumen del consumo interno. En los sectores de menores recursos se consolidó un nuevo competidor, las cervezas. En los de mayores ingresos, esos que la mercadotecnia denomina ABC1, creció la demanda de los productos de mayor calidad. La crema del negocio, sin embargo, se concentra en la exportación.
A grandes rasgos esta situación produjo profundas transformaciones en la producción primaria, donde se impulsó una reconversión hacia las variedades de vid de mayor calidad. Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en la última década la implantación de uvas de mayor valor enológico (como Malbec, Cabernet Sauvignon, Chardonnay) creció el 81 por ciento, en tanto que el área de las variedades comunes se redujo a la mitad. Este proceso fue acompañado por la revalorización de muchos viñedos. Con el insumo básico sucede lo mismo que con el buen producto final, la mayor edad de las vides es un valor agregado similar al añejamiento del vino. La demanda de tierras y de viñedos fue acompañada también por la especulación inmobiliaria. La fuerte vinculación entre los productos de mayor calidad y la producción primaria escindió el valor de la tierra del valor de la uva. En la zona de Alto Tupungato, por ejemplo, en el corazón viñatero mendocino, donde el kilo de uva cuesta entre 1,20 y 1,40 peso, el valor de una hectárea de tierra, de acuerdo con las inmobiliarias de la zona, ronda los 20 mil dólares, pero trepa a 35 mil si está plantada con uvas finas. Sólo en 2006 el valor de la tierra aumentó hasta el 20 por ciento. Según los especialistas, esta relación de valores demandaría unos 30 años para amortizar la inversión. En otras palabras, sólo compran tierras las bodegas cuya estrategia es integrar la producción. A ello se suma también que para las firmas europeas y estadounidenses que ingresaron a la región, el valor de la tierra siempre es menor que en sus países de origen: entre 10 y 40 veces.
Este proceso de revalorización de la tierra en el área núcleo cuyana produjo la expansión hacia áreas nuevas, como el norte de la Patagonia, con una participación todavía baja –4 por ciento– pero incremental en el producto nacional. Luego de la crisis de 1930 la viticultura había sido abortada en esta región vía la intervención estatal. Paradójicamente, su resurgimiento de los últimos años recibió el empujón crediticio del Estado, en particular en la provincia de Neuquén.
Según se refleja en un estudio del Consejo Empresario Mendocino, todas las bodegas importantes cuentan con producción propia y tienen planes de ampliar su producción primaria. Las inversiones destinadas exclusivamente a la viticultura rondaron los 800 millones de pesos en el último lustro. Está claro que en este contexto se reducen las posibilidades de mantenerse en el complejo para aquellos productores independientes que no adhieren a alguna forma de integración.
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