El descubrimiento en contenedores de manzanas provenientes del Alto Valle del Río Negro de los cargamentos de cocaína de 1,6 toneladas, en el Puerto de Buenos Aires, y de una tonelada, ya en Brasil, suman, salvo por el detalle de que parte de la droga se secuestró fronteras afuera, la detección de esta sustancia más importante realizada en el país. Aunque las fuentes de Aduana se muestran muy discretas para no entorpecer la investigación, se cree que habrá más descubrimientos en cajas de manzanas del mismo origen que actualmente se encontrarían flotando hacia los mercados de destino.

Previsiblemente, en la región y en las cámaras empresarias del sector, todos miraron para los costados. No es nuevo que cualquier actividad exportadora está sujeta a ser utilizada por el tráfico de drogas ilegales, pero en la fruticultura norpatagónica no había antecedentes, al menos abiertos. Una reciente investigación del portal especializado Fruticulturasur.com muestra que, en realidad, la actividad no es nueva y que se remontaría por los menos a los años ‘80 del siglo pasado. Pero la primera reacción de los empresarios consultados por Cash fue el asombro. No por la vulnerabilidad de cualquier circuito exportador al tráfico ilegal, sino por la magnitud del hallazgo, cuyo valor puesto en el mercado minorista es, sólo para la cocaína detectada en Buenos Aires, de 80 millones de dólares. La primera reacción del circuito fue mirar a los puertos, que además fueron privatizados en los ‘90, aunque se supone que las Aduanas no discriminan por propiedad.

Alberto Lacaze, quien hasta hace poco estaba al frente de la principal exportadora regional, Expofrut, firma a la que sigue vinculado, señaló que “hace años que los controles son los mismos, pero está claro que es imposible que se pueda controlar el 100 por ciento de la mercadería, si fuese así sería un trámite muy engorroso, tanto que algunos productos no resistirían”. De todas maneras el empresario señaló que “hace unos años mandaron un scanner al Puerto de San Antonio por el que pasaba prácticamente la totalidad de los embarques y nunca se encontró nada. Aunque creo que, por la dimensión del descubrimiento, el tema alguna cola va a traer. Seguramente se reforzarán controles sobre la fruta del Valle, lo cual no está mal, porque esto fue excepcional, nunca pasó nada por el estilo en décadas”.

Un segundo punto del asombro es que nadie conociera a las empresas involucradas en el tráfico, de nombre Brisa y que comerciaba con la marca Frutol.

Marcelo Loyarte, gerente de CAFI, la cámara que agrupa a las principales firmas exportadoras señaló que “el sector empresario está preocupado, queremos saber qué pasó para poder prevenir, aun cuando se trate de una operación puntual en toda la historia de la fruticultura regional, se trata de algo absolutamente nuevo. Son operaciones tan complejas, de hecho no las hace una persona, que hasta los mismos funcionarios de Aduana se sorprenden de las nuevas estrategias que utilizan los traficantes”.

–¿La Cámara lleva algún tipo de registro de las empresas que operan en la región? –preguntó Cash.

–No existe registro de empresas a nivel local, sí hay un registro de exportadores en la Aduana, concluyó Loyarte.

Pero si existen fallas en Aduana, no precisamente esta vez, que permitan sospechar un tráfico regular, parece claro que las mismas fallas existen también en los puertos de destino, es decir, en todo el circuito comercial

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