AGRO › ACTITUD “ANTIEMPRESA”, CONSULTORAS E IMPUESTOS
Los hombres de negocios tienen una principal aspiración de política pública: pagar menos impuestos y conseguir subsidios. Contratan consultoras, como la cordobesa Ieral, que elaboran documentos que lo justifican.
› Por Claudio Scaletta
A nadie le gusta pagar impuestos. Tarea desagradable si las hay, aunque ineluctable en una sociedad organizada. Asumiendo el Presupuesto, existen algunas certezas. Cuando mayores son los ingresos, mayor es la aplicación para encontrar mecanismos de elusión, algo que conocen bien los contadores. O para juntarse en asociaciones, denominadas cámaras, cuya tarea primera es presionar para que el Estado rebaje o elimine tributos, primero, y para negociar con los trabajadores ese otro “costo”, después. Luego está la ideología individual. Para los empresarios, por el devenir de sus propias cotidianidades, el Estado siempre es un convidado de piedra en su fiesta privada. Por eso los empresarios y sus cámaras financian a unos profesionales singulares, los economistas, quienes se agrupan en think tanks, organizaciones destinadas a brindar argumentos para que los hombres de negocios puedan justificar su principal aspiración de política pública: pagar menos impuestos o conseguir subsidios, o bien enunciar, por ejemplo, aforismos tales como “aumentar salarios genera inflación”.
No se puede pedir que los empresarios tengan una mirada integral del sistema económico. No es ésa su función en la sociedad. No es ése el objetivo de la empresa. La tarea de la firma es crear riqueza, sumar valor. No obstante, algunos empresarios entienden lo que pasa en la economía. Otros no.
La capacidad de entender debería ser de los economistas contratados por los empresarios. Estos economistas legitimadores no necesariamente son vulgares mercenarios. La descalificación no es el mejor argumento cuando se trata de explicar procesos de mediana complejidad. Los economistas son personas y las personas tienen ideología, creencias. Una de esas creencias de los economistas que trabajan para los empresarios, quizá la más arraigada, es que “lo que es bueno para las empresas es bueno para la economía”. Y pagar menos impuestos, están convencidos, es muy bueno para las empresas. Las ideas simples tienen también la ventaja de identificar de manera simple a sus enemigos. Cualquiera que no crea en el aforismo “bueno para las empresas, bueno para la economía” pasa automáticamente a ser portador de “una actitud antiempresa”. Lo bueno de la simplicidad es que resulta tranquilizadora. El mundo, en cambio, es más complejo.
Nada mejor que graficar las ideas con un ejemplo de las “consultoras” en acción: hace poco más de una semana, el Ieral realizó en Córdoba su reunión anual en su 33º aniversario, de la que participó un selecto, aunque por cierto reducido, grupo de periodistas. Durante el encuentro cordobés se presentó un paper con el abarcador título Una Argentina productiva, competitiva y federal. A tono con el clima de época y en base a la suma de presuntas investigaciones de cada una de las delegaciones zonales del Ieral, el escrito presentado detalló un programa para las economías regionales cuya aplicación, se sostuvo, pondría en marcha la cadena de la felicidad de la economía, con mucho crecimiento y, sobre todo, generación de empleo. Luego de relativizar los logros económicos de la actual administración, recién en la página 31 se llega al grano: “Las reformas tributarias a mediano y largo plazo deberían enfocarse en un mix gradual de políticas:
- Reducción gradual de alícuotas en Derechos de Exportación y en el impuesto provincial a los Ingresos Brutos.
- Actualización progresiva de valuaciones fiscales de inmuebles rurales a los efectos del cómputo de los impuestos inmobiliarios provinciales.
- Utilización de impuestos de fácil recaudación como mecanismos de pagos a cuenta de otros impuestos tradicionales menos distorsivos (entre los primeros se debe incluir al IDCB y una porción de los derechos a las exportaciones).
- Rehabilitación del ajuste por inflación a los efectos de la determinación del impuesto a las ganancias.
- Disminución de las contribuciones patronales a la seguridad social, en forma diferenciada por provincias o regiones. Una alternativa es profundizar el sistema actual de pagos a cuenta de IVA, con sus diferencias regionales.
- Políticas tributarias de promoción específicas para las exportaciones”.
Vale reconocer que cualquier contador de provincia podría haber hecho rápidamente la misma lista después de hablar con dos o tres de sus clientes. Quizá el contador no hubiese escrito nada sobre las valuaciones fiscales de los inmuebles rurales, ni reivindicado a los “impuestos de fácil cobro”, pero para eso se les paga a las consultoras, para bajar reclamos, pero matizándolos y rodeándolos de 30 páginas para cada lado. Note cualquier lector del Ieral que hasta aquí no hay chicanas. Domingo Cavallo no fue nombrado. El desastre al que llevaron las políticas generadas en el seno del Ieral durante la década pasada, tampoco
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