AGRO › OPCIóN DE SUBSISTENCIA Y POTENCIAL DE CRECIMIENTO
El retorno del minifundio
Por Susana Díaz
Es posible que en el sector agropecuario el fin de la convertibilidad sea recordado como el del inicio del boom de las exportaciones alternativas, desde las cerezas que salen por avión desde remotos parajes patagónicos y se venden en mercados a europeos a 25 dólares el kilo, hasta la menos tradicional helicicultura: la cría de caracoles terrestres destinados a paladares exquisitos del Primer Mundo. Pero este desarrollo de nichos de exportación rentables, desarrollados en la mayoría de los casos por pymes, convive con la fuerte retracción del mercado interno y la falta de trabajo en las ciudades. Una realidad que dio lugar a la revalorización del minifundio como opción de subsistencia y potencial crecimiento económico, y también a la aparición de las huertas y emprendimientos comunitarios. A ambas tareas contribuyó el Estado desde el INTA.
De acuerdo con datos proporcionados por el organismo tecnológico, durante el último año 200.000 habitantes de Salta se alimentaron con lo producido en 19.000 huertas familiares, escolares y comunitarias. De esta experiencia participaron grupos beneficiarios del Plan Jefas y Jefes de Hogar, quienes desarrollaron 300 huertas comunitarias.
En Catamarca, el INTA implementó un proyecto para mejorar los ingresos de los pequeños productores de hierbas aromáticas, en especial comino y anís. El emprendimiento involucra a más de 100 familias minifundistas e incluye la capacitación en tecnologías productivas para aumentar los rendimientos, así como la conformación de grupos para la comercialización conjunta de los productos. El resultado conseguido fue un retorno de la inversión de 5 a 1 en el caso del comino y de 4 a 1 en el anís.
También en Catamarca, y frente a la creciente demanda mundial de nuez cáscara, más de 500 minifundistas de los departamentos de Pomán, Andalgalá y Belén están reemplazando sus nogales criollos por variedades californianas, que triplican la productividad. La tarea requirió la capacitación de los productores y permitió que el 70 por ciento de los montes de la zona adopte la nueva variedad. El ciclo se cerrará con la inauguración de tres nuevos secaderos que incorporarán a 200 operarios.
En Mendoza, en tanto, desde hace ya un año, el INTA reabrió una unidad semiindustrial donde se elaboran dulces y conservas. La planta produce más de 100 mil unidades anuales, que se comercializan bajo la marca “INTA”, y da trabajo directo a 40 personas. Del emprendimiento participa también un centenar de pequeños productores que intercambia con la fábrica frutas (duraznos, ciruelas, peras y membrillos) por productos elaborados.