DESECONOMíAS
Botelleros globales
› Por Julio Nudler
Cuando Roberto Lavagna fijó una retención del 40 por ciento a la exportación de chatarra, para júbilo de sus amigos de Techint, pudo tomarse conciencia de que la materia prima del cartoneo es un transable. En realidad, se recuerda la imagen de cargueros colmados de basura, flotando en alta mar en busca de puerto. Pero esto es diferente: se trata de insumos tan valiosos que China se ha convertido en un febril importador. Sólo Gran Bretaña le está exportando 200 mil toneladas anuales de desechos plásticos y medio millón de papel y cartón, que es sólo un 3 por ciento de lo que compra China en este rubro a escala global. Gran parte del plástico va sin lavar, como desperdicio. Uno de los exportadores ingleses tiene a 300 compañías chinas detrás suyo, demandando escoria, no importa cuán contaminada pueda estar. A los chinos les sobra mano de obra barata para ocuparse del procesamiento. Y, como en todo, son muy competitivos: por plástico a reciclar pagan 140 por ciento más que los recicladores británicos, que se están fundiendo por esa competencia. Una pléyade de intermediarios se encarga de desviar hacia Oriente los preciados residuos. En el viaje de China a Occidente, los buques llevan contenedores repletos de mercancías, pero al partir de regreso transportan desechos. Demanda y oferta se encuentran vía Internet. De todas formas, los chinos han empezado a frenar la afluencia de mera basura, enviada masivamente desde países ricos y demográficamente densos como Japón y Alemania por la tremenda amenaza ambiental que representa. Las potencias proveedoras de desperdicios reciclables, que antes no los reprocesaban sino enterraban como rellenos, ahora optan por exportarlos. Los municipios están eufóricos con este redireccionamiento. Para sacar los desechos por los puertos se requieren licencias, pero en realidad nadie controla el grado de toxicidad de lo que sale. Papel, cartón, plástico y metales ferrosos integran una “lista verde”, que se exporta sin reparos, convirtiéndose en un acecho, no sólo para el país de destino, sino para todo el trayecto marítimo.