Charles W. Calomiris, el economista de la Universidad de Columbia que enfureció a Domingo Cavallo dos largos años atrás al afirmar que la deuda era impagable, expresa con indisimulado entusiasmo que los argentinos han emergido de la crisis “con una sustancial confianza en la sabiduría de la disciplina del mercado privado cuando se trata de bancos”. Entre los hechos que exalta figura la decisión de dejar librados a su arbitrio a jugadores globales como el Citi, el Boston y otros.
Para Calomiris, “un factor crítico que le ha permitido a la Argentina embarcarse en su ambicioso programa de reformas es su inédita apertura a la banca extranjera”. Según este multilaureado especialista en finanzas, consultor de la Reserva Federal, el Banco Mundial y hasta el BCRA, la presencia de los bancos internacionales obliga a los locales a ser más competitivos, y “proveerá estabilidad si llegan tiempos macroeconómicos difíciles”. De modo que la dominante presencia de la banca foránea es un activo para el país, tanto en la calma como en la tempestad.
Otra “excitante dimensión del experimento argentino” –se exalta Calomiris, quien ve clarear una era posmoderna de desregulación bancaria— es la separación entre prestamista de última instancia y autoridad monetaria. Según describe con aire aprobatorio, la Argentina espera obtener la necesaria protección contra eventuales ahogos de liquidez a través de préstamos tomados de la banca internacional y no mediante la emisión de moneda. Como director del Programa de Instituciones Financieras de la Escuela de Negocios de Columbia, Calomiris resalta, en el concierto global, el compromiso de la Argentina con una política (des)regulatoria innovadora, en pos de un sistema bancario estable y eficiente.
El extenso estudio que se pronuncia de modo tan apologético sobre el sistema financiero que se ha dado el país fue escrito por Calomiris en 1997 para el American Enterprise Institute. “Una red posmoderna de seguridad bancaria” es su título. La crisis a la que alude es la del Tequila.