Dom 25.05.2014
cash

ENFOQUE

Dólar omnipresente

› Por Claudio Scaletta

Quienes creen que la inflación es el resultado de la puja distributiva e inherente a procesos de crecimiento pueden comprender el porqué de su freno en los últimos meses. Más difícil es explicar su persistencia en momentos de freno de la economía. Dicho de otra manera: la inflación se contrajo porque se frenó la economía, pero aun así continúa en tasas elevadas. Quienes creen que un eficiente y necesario sistema de precios de referencia, como Precios Cuidados, alcanza como explicación del freno en los precios, se contradicen con lo afirmado hasta ayer nomás. Para el mainstream, en cambio, el fenómeno resulta mucho más fácil de explicar: el déficit fiscal, que existe aunque sea uno de los más bajos de la región, siempre es la causa de todas las cosas. El argumento es que si se reduce el déficit la inflación se frena. Tienen razón: si el sector público redujese sus gastos, la economía se frenaría aún más y, con ella, la puja distributiva y los precios.

Pero si bien la puja es la causa principal, la inflación es un fenómeno multicausal que se nutre de otros factores de acuerdo con el contexto. Puede haber inflación de demanda e incluso inflación por emisión, aunque no sean los casos actuales. Sí está presente, en cambio, el factor cambiario. La actual tasa de inflación se mantiene alta porque hubo una devaluación y porque, lamentablemente, las expectativas de los actores económicos se basan en el dólar paralelo, no en el oficial. La existencia del llamado cepo, que es el origen y causa del mercado negro, es lo que permite que unas pocas “cuevas”, detrás de las que operan un puñado de bancos y emprendedores financieros de menor cuantía, manejen el valor de referencia de la divisa.

Luego existe un factor real, que no es el déficit fiscal, sino el externo. Este rojo se torna grave cuando convive con bajos niveles de reservas internacionales, dos fenómenos directamente relacionados. Los acontecimientos del mercado del dólar paralelo de esta semana son la mejor muestra del problema. A pesar de las altas tasas de interés, muchos actores, frente a la menor incertidumbre, continúan prefiriendo la divisa estadounidense como reserva de valor. El problema real es el déficit externo y las bajas reservas, pero sobre él se montan las expectativas, lo que convalida que existan actores que de una semana a otra estén dispuestos a pagar casi un 10 por ciento más por la divisa.

En esto también tiene razón la ortodoxia, hay un problema de expectativas, aunque por razones distintas de su explicación. El dilema es qué hacer. Algunos economistas interpretan que el Gobierno desaprovechó la posibilidad de salir del cepo y que ahora es demasiado tarde. Pero el punto no es si 28 o 30 mil millones de dólares alcanzan para frenar una corrida. Una corrida, incluso violenta, se frena con unos pocos miles, el problema es el nivel más bajo de reservas que queda después de cada ronda en un contexto de baja tendencial dado el déficit de cuenta corriente.

Existe un dilema porque el equipo económico sabe cuáles son los problemas que genera el cepo, pero a la vez no puede salir de él sin afectar gravemente el nivel de reservas, situación que también obliga a otras medidas recesivas, como la restricción de algunas importaciones.

El único camino para salir de las restricciones no demanda mayor inventiva, es el que siguieron la mayoría de los países de la región, que también experimentan déficit de cuenta corriente, pero colocaron deuda externa privada a tasas de un dígito. En esto trabaja el equipo económico: por un lado, despejó las malas señales para atraer inversiones petroleras vía el acuerdo con Repsol por el pago de la expropiación de YPF, por otro cambió las señales enviadas al mercado financiero internacional. Esta semana será el turno del Club de París, con el viaje a Francia de Axel Kicillof.

Aun así, el desafío sigue estando en el corto plazo. Tanto el ingreso de inversiones energéticas de magnitud, como la concreción de la colocación de deuda externa con el sector privado demandarán tiempo. Tener resultados a fines de 2014 puede ser hasta optimista. Antes que el resultado de una presunta o real disputa entre funcionarios ministeriales y bancarios, las turbulencias de esta semana en el mercado paralelo fueron una muestra de que los dólares de la cosecha amenazan con no ser suficientes para calmar las expectativas privadas. También de que a pesar del efecto positivo durante el primer cuatrimestre, el aumento de las tasas de interés está llegando a su agotamiento, no tanto por el desaliento para pasarse dólares como por sus efectos recesivos, lo que podría compensarse con segmentación.

La pregunta, una vez más, es qué puede hacer el Gobierno para evitar el freno en 2014. La propuesta de la ortodoxia (frenar el gasto) agrava el problema. La respuesta de manual heterodoxo es hacer todo lo contrario: aumentar el gasto y la inversión pública, es decir más déficit en momentos de contracción, pero esto encuentra una limitación parcial en la escasez de divisas

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