ENFOQUE
› Por Claudio Scaletta
Para cualquiera que acuerde con las corrientes de pensamiento económico que privilegian el crecimiento del empleo y el desarrollo, es casi un lugar común afirmar que se necesita profundizar la sustitución de importaciones y aumentar el valor agregado de las exportaciones. Son cuestiones muy simples de enunciar, aunque mucho más complejas de llevar a la práctica. Suponen una discusión amplia sobre elección de sectores, tiempos de aprendizaje y actores que conducirán el proceso, es decir; dar el debate por el desarrollo y su planificación enterrado durante el último cuarto del siglo pasado hasta 2003.
Las transformaciones en la lógica del desarrollo y la estructura productiva demandan también una reconfiguración de las alianzas internacionales. Reducir al mínimo los vínculos con economías no complementarias con la local, como Estados Unidos y la Unión Europea, ambas deseosas de que el país mantenga su lugar en la división internacional del trabajo, y aumentarlos con las economías complementarias. De esto se tratan los convenios de cooperación estratégica que el país firmó recientemente con China y esta semana con Rusia. En ambos casos, está involucrada la energía, parte de las importaciones que es necesario y posible sustituir. Una porción de los recursos financieros que actualmente aporta China, por ejemplo, irán a la construcción de una central hidroeléctrica sobre el río Santa Cruz y esta semana en Moscú se firmó el financiamiento para la represa Chihuido, sobre el Río Neuquén, probablemente una de las obras más anunciadas de la Norpatagonia y en la que se fracasó repetidamente en obtener financiamiento de Brasil.
A diferencia de China, con quien existe un riesgo cierto de reproducir relaciones de meros proveedores de materias primas en caso de malas decisiones en el futuro, Rusia es un país fundamentalmente energético. Las posibilidades de obtener financiamiento para grandes obras son allí menos inmediatas que en el caso chino, pero existen amplias posibilidades para cooperar en materia petrolera y nuclear. De los convenios firmados en la visita presidencial de esta semana se destacan tres, además de la financiación para Chihuido y el acuerdo marco con Gazprom con la mira puesta en Vaca Muerta, se avanzó en los prolegómenos para la construcción de una “sexta” central nuclear con tecnología de enfriamiento por agua liviana. Las comillas en “sexta” responden a que los proyectos de la cuarta y la quinta centrales son poco conocidos y vale la pena repasarlos. El país tiene actualmente tres centrales nucleares proveyendo electricidad al sistema interconectado. Dos están en funcionamiento desde hace décadas, Atucha I, renombrada Juan Domingo Perón, y Central Embalse. La tercera Atucha II, rebautizada Néstor Kirchner, se puso en marcha en junio pasado. Entre las tres aportan alrededor del 7 por ciento de la electricidad total generada. A su vez, la electricidad representa entre el 15 y el 20 por ciento del total de la matriz energética, fuertemente basada en los hidrocarburos. Vale recordar que Embalse saldrá de servicio en los próximos meses, y por no menos de dos años, para tareas de mantenimiento que permitirán la extensión de su vida útil. Tras la noche neoliberal, en la que las centrales nucleares entraron en la debate de su potencial privatización, la construcción de Atucha II se retomó recién a partir de 2006. El decreto que inició su construcción data de 1980.
Según reseña Hugo Palamidessi en Realidad Económica Nº 288, la construcción de la cuarta central se anunció en agosto de 2006 en el marco del Plan de reactivación de la actividad nuclear, el que incluyó la terminación de la hoy central Néstor Kirchner, la extensión de la vida útil de Embalse y los estudios de factibilidad para una nueva central. Otra vez, la principal limitación para un rápido avance fue la financiera. Es en este punto donde vuelven a entrar las alianzas internacionales. Recién en 2014 culminaron las tratativas con la Corporación Nuclear China para la construcción de la cuarta central, un acuerdo por un total de 2000 millones de dólares para la financiación de insumos y servicios, tanto chinos como de terceros países, y más 32.000 millones de pesos para proveedores nacionales. La firma CNNC, China National Nuclear Co, aportará diseño y soporte técnico, pero los equipos y partes se construirán en el país y el proyecto será gestionado por la local Nucleoeléctrica. Por ahora al proyecto se lo conoce como Atucha III.
La quinta central en estudio es Atucha IV. Según destaca Palamidessi, sería la primer central local que funcione con uranio enriquecido y agua liviana, la misma tecnología que la sexta central según los acuerdos firmados en Rusia. Hoy en el mundo existen 273 centrales que funcionan con agua liviana y 48 con agua pesada. Aunque hay conversaciones también con Rusia para esta central, en 2010 se firmó un convenio para avanzar con la empresa Korea Electric Power, que posee 20 centrales en funcionamiento y 8 en construcción, pero también están precalificadas firmas de otros países, entre ellos Japón. Otra vez, todo volverá a depender de los acuerdos bilaterales con el país que pueda aportar el financiamiento.
El convenio de esta semana en Rusia fue un Memorando de Entendimiento entre el ministerio de Planificación y la Corporación Estatal Atómica Rosatom para el diseño de la sexta central y que involucró también el acuerdo preliminar entre las constructoras Nucleoeléctrica Argentina y Rusatom Overseas. En paralelo, vinculado a las externalidades tecnológicas de estos proyectos, se firmó otro acuerdo para la futura provisión de uranio metálico que la firma Invap utilizará en proyectos destinados a la exportación de tecnología argentina a terceros países.
Como puede concluirse, son proyectos de largo plazo que no resolverán los problemas energéticos de corto plazo que enfrenta la economía local, que continuará siendo importadora neta de energía y combustibles hasta que maduren las inversiones tanto nucleares como en hidrocarburos no convencionales, pero que capitalizan las capacidades y aprendizajes propios en materia nuclear y marcan el camino y la nueva lógica del desarrollo.
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