ENFOQUE
› Por Claudio Scaletta
La subordinación de la economía a la política fue un tópico de las administraciones kirchneristas. Es una discusión por el poder, por quién conduce; si el técnico o el dirigente que tiene los votos. Lo real es que siempre, en todo momento de la historia, fue evidente la conducción de los dirigentes. Pero fue propio del neoliberalismo intentar atribuir los malos tragos para las mayorías a la inevitabilidad técnica. Luego, la pereza de algunos presidentes frente a la hiperactividad de algunos ministros hizo que la secuencia de mando parezca invertida. Pero al margen de la política, lo económico permanece, ahora sí inevitablemente, central. Lo que pasa en la economía define el bienestar o no del conjunto de la población. Para los trabajadores no es lo mismo pagarle a los fondos buitres según el fallo de Griesa y una “estabilización de shock” que mantener la continuidad del actual proyecto económico.
Tras la decisión de la dirigencia del Frente para la Victoria de unificar la oferta electoral el próximo presidente será, con una probabilidad altísima, Daniel Scioli. Los políticos, salvo excepciones, no piensan en profundidad la economía, no es su profesión. Sólo tiene ideas generales y luego, si saben hacerlo, forman equipos para que se ocupen de los detalles. Un ejemplo de cómo interactúan fue la reciente recriminación al ex ministro Martín Lousteau por haber hecho mal los números en la fórmula de las retenciones móviles.
Acercarse al pensamiento económico del futuro presidente implica, entonces, abordar las dos dimensiones, las ideas generales y los equipos que ya trabajan en el futuro plan. Luego debe tenerse presente que se trata del amplio mundo del Movimiento Nacional Justicialista, lo que supone cohabitación ideológica. Dicho de otra manera, se adelantarán algunas conclusiones, pero “a seguro se lo llevaron preso”.
El primer punto debe ser abordado con cuidado por su alta ambigüedad. Por ejemplo: una idea general puede ser el énfasis en mejorar el empleo, un objetivo que da lugar a políticas muy distintas si las impulsa un liberal o un heterodoxo. A propósito, ¿de qué lado de esta dicotomía se encuentra más cerca Scioli? Si se escuchan con atención los discursos del candidato del FpV se encontrarán algunas constantes. La primera es que se necesita pasar “del crecimiento al desarrollo”, lo que lleva el énfasis al aumento del “valor agregado local” y la “expansión del mercado interno”.
Todos los sectores en la industria firmarían esta declaración general, pero inmediatamente muchos comenzarían a hablar de competitividad cambiaria y fiscal, es decir devaluación e incentivos tributarios, con transferencia de ingresos en contra de los trabajadores, y vuelta a empezar. Un cercano colaborador de Scioli negó a Cash cualquier posibilidad de devaluación. “Daniel pone el énfasis en el mercado interno y en la reconstrucción del entramado industrial, esto significa que enfatiza la demanda efectiva y los salarios. Lo escuché en muchas reuniones rechazar cualquier idea de devaluar. Acá hay que alejar cualquier idea de shock o de ajuste. Lo que vamos a ver es un proceso de desarrollo en el que las tasas se seguirán manteniendo positivas respecto de la inflación y en el que se buscará financiamiento externo moderado y aumento de exportaciones”, señaló el economista.
El desarrollo del que habla Scioli descartaría las tradicionales medidas “ofertistas” y contaría con algo que no existió en la última década, un Plan explícito. Parte de este trabajo fue realizado a través de la Fundación DAR, un espacio conducido por José Scioli y cuya “área de Desarrollo Económico y Productivo” está dirigida por el economista Sergio Woyecheszen, actual subsecretario de Industria de la provincia. DAR (Desarrollo Argentino) tiene preparado un plan con medidas para 36 sectores industriales y agroindustriales de todas las provincias que se presentará próximamente en forma de libro. Los ejes de este plan están puestos en la infraestructura y en la integración intersectorial para alcanzar economías de escala. Ello incluye desde Fundición al crecimiento previo de Maquinaria Agrícola y sector Naval, con créditos dirigidos por sector. Entre los puntos que destacan se cuenta la reformulación de los regímenes especiales de promoción, como los de electrónica de Tierra del Fuego y automotor, no para eliminarlos, sino para avanzar en la integración nacional. Tanto cámaras empresarias como sindicatos “oficialistas” participaron activamente de la concepción y diseño de este trabajo. Algo de ello se pudo apreciar en la reunión que Scioli mantuvo el pasado jueves con alrededor de 1400 empresarios.
Quien lea la página de Internet de DAR (www.desarrolloargentino.org) se sorprenderá por la orientación claramente neokeynesiana de los trabajos allí publicados. Ello quiere decir que la concepción de base es una macroeconomía centrada en la demanda efectiva por sobre cuestiones como los desequilibrios, déficit, inflación y lejos de cualquier ajuste. Sorpresa especialmente si se compara con algunas de los economistas que aparecieron en los medios como los asesores más rutilantes de Daniel Scioli, como el ex FMI Mario Blejer.
Según los economistas de DAR, tras la definición de las candidaturas “se cerraron filas” y hoy sería un error “dejarse llevar por la presencia de figuras que también fueron encomiadas por la Presidenta en su momento y que por eso también las tomó Daniel”. Al parecer la definición de la fórmula fue también una señal de tranquilidad para “el ala heterdoxa” del gobernador, la que ahora dice sentirse más escuchada. Al presente el único juramento es el de continuidad. Habrá que esperar el libro para enterarse de los detalles
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