Una tarde venía con mi familia para Puerto Iguazú, de vacaciones, y casi llegando al cruce de las rutas 12 y 20 que conducen a la frontera con Brasil me encontré con un piquete de nativos que impedían el paso. Muchos de los turistas ni se bajaron a preguntar, aunque la mayoría de los que poblaban la cola eran camiones de carga. Sin embargo decidí acercarme y preguntar por qué. Ahí me enteré de que había presumido durante el viaje, mientras veía la selva misionera al costado de la ruta con enormes claros, hectáreas y hectáreas de selva diezmada, talada. Los nativos me contaron de sus trece años de lucha, de la organización “Lucha por la tierra” que depende de la Comisión Central de Tierras de Pozo Azul, San Pedro, de las 800 familias que están siendo expulsadas del territorio que vienen trabajando hace más de treinta años. Me hablaron de las empresas Cactus SRL, Intercontinental, Colonizadora SA, representada por Francisco Petín García, entre otras. Me informaron sobre las respuestas vacías frente a los reclamos de los colonos para conseguir que les permitan continuar produciendo tabaco, base de su economía. Con mi familia esperamos dos horas para poder cruzar y llegar a Puerto Iguazú. Estas familias hace más de trece años que esperan y lo único que obtienen es más pobreza, menos reconocimiento, ninguna solución. Ellos no piden ni paternalismo estéril, ni soluciones mágicas al gobierno, lo que exigen es un trato de igual a igual, dignidad; lo que piden es que los dejen trabajar, que les den la oportunidad de crecer y de formarse. ¿Pero quiénes los escuchan? ¿Quiénes se enteran de este corte de ruta en medio de la selva misionera? ¿Quiénes conocen la tala indiscriminada de árboles que se está llevando a cabo en estas tierras, inclusive en sectores donde está prohibido? ¿Qué hacen los intendentes Orlando Walfar y Oscar Gaudillia? ¿Qué respuestas dan estas caras más que repetidas en la vida política de los pueblos de San Pedro e Irigoyen? ¿Qué medio nacional levanta esta noticia si no hay ni piedras, ni palos, ni balas de goma, ni caras tapadas con pasamontañas?

María Eugenia Duffard
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