La ocurrencia de instalar un basural dentro del mismo predio donde funciona el Mercado Central de Buenos Aires, principal abastecedor de verduras y frutas frescas del área metropolitana, parecería escapar al mismo sentido común. Sin embargo, esto es casi un hecho en el país del absurdo, donde lo que rige es la lógica económica de unos pocos a costa de la salud (y hasta la vida) de muchos otros. Mientras desde ciertos sectores se intenta sostener la supuesta suspensión de tal proyecto, que el Ceamse tiene previsto para el año próximo, algunos vecinos vieron a sus camiones haciendo el trabajo fino –en realidad sucio– de descarga de basura en dicho lugar. Se trata de un terreno de 20 hectáreas “cedido” por la Corporación del Mercado Central que, de concretarse el negociado mediante licitación, recibirá 1500 toneladas diarias de desechos provenientes de los municipios aledaños, con la consecuente contaminación del aire, tierra y agua que esto trae aparejado. La proliferación de diversas plagas y las enfermedades que éstas transmiten (respiratorias, micóticas, gastrointestinales, leucemia, etc.) ya se encuentran demostradas en poblaciones que padecen una situación similar, como las de González Catán y Villa Domínico, entre otras. En este caso, la planta de transferencia de basura no afectaría sólo a aquellos que vivimos en los alrededores del Mercado Central, sino a todos los argentinos (y demás integrantes del Mercosur) que consumen diariamente alimentos provenientes del mismo.

Edurne Labiaguerre
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