E-CASH DE LECTORES
Alfredo Zaiat, tengo desde siempre un enorme respeto por tus opiniones, que en general comparto, y por la independencia y valentía de tu pensamiento. Hace casi 40 años que trabajo exportando carne de Argentina. No como dueño de nada, sino como empleado, gerente, cosas así, en distintos frigoríficos y empresas. Trataré de ser lo más breve posible, telegramático tal vez. Escribiste en un buen artículo (Panorama Económico, “Mugido”, Página/12, sábado 11 de marzo) lo siguiente: “Este mercado se ha convertido en un fuerte demandante de carne argentina de lo que se conoce como el cuarto delantero (paleta, asado, milanesa), todos cortes populares de la dieta nacional, compitiendo así con la plaza local. El consorcio de frigoríficos ABC –los más grandes, que exportan Hilton– había propuesto que la prohibición de vender al exterior sea sólo a Rusia. Idea que fue descartada por el equipo económico, porque sería imposible de sostener, además del costo que implicaría en términos diplomáticos y de las relaciones en el comercio internacional castigar a un solo país”. Si te fijás, la solución correcta a tal cosa hubiera sido, simplemente (y en tus mismos términos), prohibir la exportación de cuartos delanteros, sin mención de país de destino, y nada más. No voy a abundar en los detalles del problema porque los conocés. Simplemente voy a escribir cuál hubiera sido la medida correcta (lo que dije antes es muy general) para no sacar de escena al tercer exportador de carne del mundo, y que el pueblo argentino tenga carne como para hacer dulce. Sería así:
1. Se prohíbe la exportación de carne que no sea en cortes anatómicos individuales, sin hueso, con excepción de la proveniente de vacas conserva y manufactura, y toros.
2. De estos cortes anatómicos individuales está prohibida la exportación de los siguientes ítems: aguja, carnaza de paleta, asado, vacío, matambre, colita de cuadril y bola de lomo.
Así de fácil, Alfredo. Ni uno más, ni uno menos. Ah, claro, también hay que quitar las retenciones.
Te aseguro que, de esa manera, todos los exportadores siguen trabajando, los ganaderos contentos, el precio de la hacienda de consumo no tiene nada que ver con esto (sí con los manejos de Liniers, por supuesto, pero eso lo tratan ustedes en otra parte del diario), y en las carnicerías va a haber carne barata para la gente, independientemente de lo que valga la hacienda en pie. Porque la vaca no se vende entera a la gente, se vende en pedazos, y los cortes caros que paga la gente con plata (aquí y en el extranjero) tienen que subvencionar a los baratos que come el pueblo.
Te lo dice un laburante, Alfredo. Deberías creerme. Y si tenés dudas de mi capacidad intelectual, te dejo pendiente una preguntita que nadie ha mencionado en todos estos días, como para que no me tomes por un loco de los que sobran, en la calle y en el gobierno. Es la siguiente: ¿qué cosa determina la relación de precios entre, digamos, un kilo de lomo y uno de carne para milanesas? ¿De dónde sale esa extraña e impenetrable relación de matemático esoterismo? Mi madre decía que los pollos manifestaban un error de la naturaleza, ya que deberían ser cuadrúpedos, para que todos los chicos pudieran comer pata. Bueno, las vacas deberían tener más paleta, más bola de lomo, más asado. Un gran abrazo, Alfredo, con el enorme respeto y la gran admiración de un lector tuyo de siempre.
Eduardo Galmarini
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