E-CASH DE LECTORES
Días pasados leí un artículo publicado en Ambito Financiero en el que el Dr. Juan Alemann señala, entre otros conceptos, que la convertibilidad no merecía el final que tuvo, dado su éxito. Me gustaría preguntarle al Dr. Alemann si el 24 por ciento de la desocupación a la que nos llevó la convertibilidad es parte de su éxito. Señala en su nota: “objetivamente a fines de 2001 no había motivos para que concluyera y menos en forma tan abrupta y catastrófica”. Me parece que el Dr. Alemann estaba viviendo fuera del país y no leía ni los diarios, ya que la recesión económica comenzó a fines de 1998 y significó hasta el 2001 una caída del PIB del 15,2 por ciento y trajo como consecuencia caída en la recaudación y un insostenible déficit fiscal, que ya no lo quiso bancar ni su principal socio, el FMI.
Las importaciones de bienes de capital, señor Alemann, cayeron entre 1998 y 2001 un 50 por ciento, y si bien las exportaciones tuvieron un crecimiento entre 1993 y 1997 luego se estancaron y además el déficit comercial se mantuvo prácticamente a lo largo de todo el período de la convertibilidad merced a que el ingreso de importaciones sustituyó la producción local resultando como consecuencia la destrucción de la industria nacional, que derivó en cierre de empresas –en especial pymes– y el consecuente incremento del desempleo y la pobreza. La convertibilidad murió mucho antes de lo que usted cree Dr. Alemann. El aumento de la deuda pública externa e interna, los innumerables hechos de corrupción que envolvieron la administración del Dr. Menem y con posterioridad del Dr. De la Rúa no hacen más que confirmar que usted tiene un diagnóstico por demás equivocado. Usted señala que “la convertibilidad cayó por problemas financieros y no económicos”. Si usted cree que el aumento de la desocupación, de la pobreza y el ajuste al presupuesto educativo –por citar algunos elementos– para “salvar la convertibilidad” no son problemas económicos, seguramente o usted no sabe realmente nada de economía o expresa un cinismo mayúsculo. De todos modos, afortunadamente el pueblo se expresa en democracia, con movilización popular o defendiéndose en las urnas de los atropellos de los “negadores de la realidad”. Felizmente hoy vivimos otra realidad, el superávit fiscal y comercial, el crecimiento del producto, la notable rebaja en la desocupación y la disminución de la pobreza son señales alentadoras. Sin duda, queda mucho por hacer y entre todas las personas de buena voluntad podremos aportar muchas cosas para mejorar un país que quedó devastado. Le recomiendo, en consecuencia, que no se quede lamentando un final que no fue y que revise su extraña forma de ver el pasado reciente de modo de poder disfrutar de esta nueva posibilidad que tiene nuestro país y que no debemos dejar pasar. Se trata en mucho tiempo de la hermosa oportunidad de construir un país para todos.
Lic. Alejandro Banzas
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