E-CASH DE LECTORES
Las columnas que publica con cierta periodicidad en el diario Página/12 Alfredo Zaiat perfilan notas aclaratorias de un sistema internacional más que cuestionado. Ahora va por las calificadoras o, en verdad, descalificadoras, entroncadas con los grandes intereses económicos afincados en el corazón mismo de la banca internacional. Compartiendo esa desventurada acción con medios afines se afirman en el otorgamiento de vialidades o no sobre el futuro económico de muchos gobiernos. Temblando de ansiedades, esos gobiernos se someten a un duro y riesgoso plan, idéntico en casi todos los rescates: cercenamiento de sueldos y pensiones, y desaceleración de las inversiones públicas. Esas mismas calificadoras que daban notas “interesadamente”, como lo demuestra Paul Krugman, a empresas bancarias que luego se fueron a pique y que se llevaron no sólo los empleos en Estados Unidos y Europa, sino la totalidad de los recursos apartados para las jubilaciones. Desvergonzada política que tiene por finalidad conservar la hegemonía de una clase financiera totalmente desacreditada. Argentina ya pasó por esas vicisitudes: es un ejemplo de esa mordaz política desestabilizadora. Ese artículo pone al descubierto esa práctica conseguida en muchos trechos con la corrupción solapada de la “compra de conciencias” de más de una calificadora y más de uno de sus funcionarios y empleados. En Costa Rica, tan modositos para condenar esas prácticas corruptas, adormecida por la “infalibilidad” que les achacan nuestros economistas neoliberales, es momento de alertar y discutir sobre esas arbitrariedades.
Rogelio Ramos Valverde
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