Dom 25.07.2010
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E-CASH DE LECTORES

Somos actuarios

Mi nombre es Federico y junto a mi novia Cecilia somos una pareja de actuarios. Grata sorpresa nos llevamos al leer la columna “Llamen a un actuario” de Alfredo Zaiat (panorama económico de Página/12 del 17 de julio de 2010) sobre nuestra profesión. Muy didáctica y con buena información en cuanto a nuestra formación y áreas de aplicación, tal vez sólo faltó mencionar que –además del cálculo de primas y reservas de seguro y reaseguro, la seguridad social y las jubilaciones y pensiones– también podemos trabajar en el sector financiero y mercado de capitales en todo lo referente a la valuación de riesgos financieros que surgen, por ejemplo, del uso de instrumentos derivados o del “des-matcheo” de flujos futuros de activos y pasivos financieros. Con respecto al tema de la nota, sería muy importante que los actuarios participen en la valuación actuarial del sistema previsional argentino, tarea nada fácil, ya que implica no sólo realizar proyecciones demográficas a 40 o 50 años (aquí podemos tener las mayores certezas) sino que, en el caso de la Argentina particularmente, implica hacer supuestos tanto del nivel de empleo y desempleo como también acerca de la evolución del sector informal de la economía que no realiza aportes a la seguridad social, y por ende complica el flujo de aportes futuros y la cantidad de aportantes por cada pasivo. Este tal vez sea el principal problema para la viabilidad de nuestro sistema, mientras que en el caso europeo la mayor preocupación pasa por el envejecimiento poblacional. Por ende, en lo personal creemos que las políticas públicas deberían apuntar principalmente hacia la reducción de la informalidad laboral, caso contrario no sería viable ningún tipo de sistema previsional (ni de reparto, ni privado, ni mixto) y la discusión acerca de la viabilidad del sistema no tendría sentido si no se logra un cambio estructural en este aspecto. Es por ello que, además de las proyecciones actuariales, la estructura de la economía y el mercado laboral es muy relevante en este tema. Por último, estamos totalmente de acuerdo con que es necesaria una mayor rigurosidad técnica para hablar de temas tan complejos como la sustentabilidad del sistema previsional y no caer en justificaciones como “la plata está” o “hay superávit en la Anses”. Coincido también con que el trabajo técnico debe estar subordinado a los objetivos políticos y no al revés. Si el objetivo político es el 82 por ciento móvil (o el 60 o el 90 por ciento o el que sea), veamos bajo qué condiciones se podría llegar a otorgar para que el sistema sea sustentable a futuro, y ahí es donde entra el trabajo del actuario.

Cecilia Piscitelli y Federico Waldman

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