E-CASH DE LECTORES
Desde el comienzo del gobierno de Néstor y mantenido por el actual de Cristina Fernández de Kirchner, se vienen aplicando subsidios en algunos servicios públicos que también se otorgan a algunas empresas privadas. Mucho se ha discutido al respecto, pero nunca se ha analizado el verdadero nudo de la cuestión. Tomemos el caso de los servicios públicos, cuyos valores tarifarios son hábiles para el desarrollo de una política de distribución del ingreso. Así lo afirmaba Luigi Einaidi, especialista en Finanzas Públicas en un libro publicado en la primera mitad del siglo XX, y así lo seguimos entendiendo y apoyando todos los que seguimos creyendo que ésa es una función ineludible del Estado. Para hacer real esta distribución, fijado el costo económico de un servicio o un bien, se fija un precio “político” por debajo del mismo cuya diferencia se cubre con un subsidio a cargo del ente público. Pero para que ese subsidio tenga los efectos asignados, previamente debe establecerse correctamente el costo económico. Si no fuera así, si el costo económico fijado resulta inferior al determinado para fijar el subsidio, el Estado estaría otorgando un beneficio oculto a la empresa prestataria del servicio. La conclusión es, obviamente, que los costos económicos deben ser calculados sin falsos excesos, correctamente, antes de otorgar los subsidios. Y como en materia de costos la afirmación básica intachable y de validez universal es que toda determinación de costos es, en todos los casos, sólo “relativa” y nunca “absoluta”, el tema de los costos correctos suele ser una discusión interminable, dado que todo es según el color del cristal con que se mira. Por nuestra parte, y a través de nuestro cristal, afirmamos sin dudar que los costos de los servicios públicos tales como el transporte y otros similares tienen falencias graves que los elevan incorrectamente, ya que el cristal de la mirada de las empresas que los prestan se parece más a una lupa que los agranda que a un cristal que los transparenta tal como son. Por eso, totalmente convencidos, afirmamos que para otorgar subsidios primeramente hay que determinar los costos sin lupas.
Rubén a Visconti
Profesor titular de Costos de la FCEyE de la UNR [email protected]
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