CONTADO
Retórica y realidad
› Por Marcelo Zlotogwiazda
El mismo hecho que todos los medios periodísticos presentaron como una mala noticia, el Gobierno la interpretó a su favor. Un alto funcionario de Economía dijo a esta columna: “El bloqueo de fondos de nuestra embajada en Italia que ordenó un juez de Brescia es el mejor ejemplo de que la vía judicial no les sirve a los acreedores; los demandantes poseen títulos por 4 millones de euros y los fondos que lograron bloquear rondan apenas los 20.000; que ni siquiera van a poder sacar, ya que estamos absolutamente seguros de que finalmente la Justicia italiana tendrá en cuenta que los fondos de una embajada son inembargables”. La fuente agregó: “La vía judicial podría haberles servido si Aerolíneas Argentinas siguiera siendo estatal, si el Banco Nación tuviera muchas sucursales por el mundo, o si, en general el país contara con activos públicos en el extranjero. Pero para bien y para mal eso ya es historia vieja”.
No es el único funcionario que en los últimos días mejoró significativamente las expectativas sobre el resultado del canje de deuda. Las fuertes mejoras para los acreedores que ya introdujeron y alguna carta que aún esconden para recortar aún más la quita y endulzar la oferta los llevan ahora a dar por descontado un porcentaje de aceptación con un piso por arriba del 50 por ciento, algo que apenas un mes atrás veían bastante difícil de conseguir.
El mismo optimismo se percibió en la delegación que acompañó a Néstor Kirchner a Nueva York, donde sobresalió su discurso en la Asamblea de Naciones Unidas, que como pieza de retórica política tuvo características históricas, aunque en verdad partes de ella se contradicen con la práctica de gobierno.
En referencia al Fondo Monetario, el Presidente abogó por un rediseño que “cambie el rumbo que lo llevó de prestamista de fomento a acreedor con demanda de privilegios”. Un reclamo digno de ser suscripto, y por eso mismo cabe preguntarse por qué entonces la Argentina viene tratando al organismo como acreedor privilegiado, cumpliendo a rajatabla con sus obligaciones y excluyéndolo de cualquier quita en los pagos futuros. Cuando se le señala lo anterior a algún importante miembro del Ejecutivo, la respuesta es que no quieren ser los primeros en romper una regla universalmente respetada por todos los países de cierta envergadura, pero tampoco quieren callar la protesta ni el reclamo para que cambie ese regla. Es una excusa tan atendible como la pregunta que le dio lugar.
Kirchner aprovechó el marco del auditorio para responderle a Rodrigo Rato que unas horas antes había reclamado por un mayor superávit fiscal, al decir que no va a comprometer excedentes que pongan en riesgo “el sustento político y el crecimiento, lo que terminaría por hacer de algo virtuoso un instrumento de desequilibrio negativo para el país”. Lo paradójico del contrapunto es que en la práctica, la Argentina está obteniendo un superávit fiscal mayor al que pretende el FMI, y prevé en el proyecto de Presupuesto para el año próximo algo muy parecido a lo que pidió Rato. A esta altura no cabe ninguna duda de que Kirchner suele hacer uso y sabe sacar réditos de un discurso que no siempre se corresponde con los hechos.
De todas maneras, no hay que subestimar la sagacidad de plantear de la manera en que lo hizo y en un marco con semejante repercusión un tema de tanta actualidad como es la necesidad de modificar el funcionamiento del Fondo Monetario. No es casual que un par de semanas atrás se presentó en Londres un petitorio firmado por 170 legisladores de varios países del mundo –la mayoría de las principales potencias– en demanda de una serie de reformas a las dos instituciones creadas hace sesenta años en Bretton Woods, el FMI y el Banco Mundial. El párrafo medular del petitorio dice lo siguiente: “Habiendo notado que ambas instituciones son las que imponenlas políticas económicas claves como condición de sus préstamos... hacemos un llamamiento para que los dos organismos y sus principales accionistas garanticen que los representantes democráticamente electos por los países receptores de los créditos sean los que finalmente decidan sobre las políticas a aplicar”. El documento finaliza señalando que, “si se asegura la primacía de la soberanía nacional de los parlamentarios, mejorará la implementación de las medidas para reducir la pobreza, se fortalecerá la gobernabilidad y se fomentará la democracia”.
Volviendo a Nueva York, Kirchner también afirmó que “la propuesta (de canje) que saldrá al mercado es la única que vamos a hacer”. ¿Dijo la que “saldrá” al mercado porque va a ser diferente a la que se conoce hasta ahora? No hay que olvidar que hace exactamente un año presentaron una oferta en Dubai que también iba a ser definitiva, pero que después fue muy mejorada a favor de la contraparte por una segunda propuesta. No sería extraño que otra vez se cumpla aquello de que no hay dos sin tres.