CONTADO
Simetría
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Mientras la Argentina va rumbo a cerrar el año con un descomunal e incomprensible superávit equivalente al 5 por ciento de su PBI, Estados Unidos va camino a terminar con el mismo resultado numérico, pero de signo inverso: “El resultado será de un déficit presupuestario casi record del 5 por ciento, el tercero más elevado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”, escribió hace diez días Mark Weisbrot, investigador del Center for Economic and Policy Research de Washington. Además de la simetría en sí, lo que llama la atención es que el excedente fiscal lo obtiene un gobierno etiquetado de “progre” o “populista” (según quién lo analice), mientras que el superdéficit le corresponde a una administración indiscutiblemente de derecha como la republicana. Pero la paradoja es puramente prejuiciosa, al menos en lo que a Estados Unidos respecta, ya que lejos está de ser una rareza que gobiernos de derecha desequilibren negativamente sus cuentas públicas. Basta recordar lo que sucedió en los años ochenta con el tremendo agujero que provocaron las rebajas impositivas de Ronald Reagan.
Precisamente el citado artículo de Weisbrot que publicó el diario Philadelphia Inquirer bajo el título “La sociedad de los propietarios: impuestos sólo para trabajadores”, pone el eje en los recortes tributarios con que George Bush benefició a los más ricos como causa fundamental del déficit. Señala, por ejemplo, que “aproximadamente un cuarto de las rebajas impositivas del período 2001-2003 fue a los bolsillos de sólo el 1 por ciento de los contribuyentes, que son personas con un ingreso promedio superior al millón de dólares al año”.
El brutal desbalance fiscal y el favoritismo tributario de los republicanos hacia la clase alta es uno de los temas que los partidarios del candidato demócrata John Kerry intentan destacar en la campaña para las elecciones de principios de noviembre. Además del ya mencionado artículo, acaba de conocerse un extenso estudio elaborado por el Institute on Taxation and Economic Policy (Instituto de Política Económica y Tributación) dependiente de la ONG Citizens for Tax Justice (Ciudadanos por la Justicia Impositiva). El trabajo demuestra que gracias a los recortes y excepciones aplicados por el actual gobierno “las compañías estadounidenses líderes pudieron declarar y pagar por la mitad de sus ganancias, mientras los asalariados tuvieron que declarar y pagar por cada centavo de sus ingresos”. En base al relevamiento de 275 de las más grandes corporaciones del ranking de la revista Fortune, se encontró que obtuvieron beneficios por 1,1 trillón de dólares en el período 2001-2003, pero pagaron impuestos correspondientes a la mitad de esa cifra. Llegando a extremos, el trabajo subraya el caso de 28 de esas compañías que no pagaron ni un dólar en ese trienio, a pesar de que obtuvieron utilidades en conjunto por 45.000 millones de dólares. La explicación son las desgravaciones, diferimientos y otras medidas de igual sesgo que adoptó el bushismo.
El déficit no es la única consecuencia preocupante, ni los demócratas son los únicos en alarmar con el tema. En un artículo del lunes pasado firmado por el economista del banco de inversión Morgan Stanley, Stephen Roach, se advierte sobre los peligros del enorme endeudamiento en que está incurriendo Estados Unidos para, entre otras cosas, cubrir sus déficit fiscal y de cuenta corriente. “Como proporción de sus exportaciones, el endeudamiento neto de Estados Unidos se estaría acercando al 300 por ciento hacia finales de 2004. Como parámetro de comparación, la relación deuda/exportaciones previa al estallido de la crisis era en la Argentina de aproximadamente 400 por ciento. Por supuesto, Estados Unidos está lejos de ser una República bananera. ¿O acaso me equivoco?”, ironiza Roach. La preocupación trasciende el tamaño de la deuda, que ha transformado a Estados Unidos del principal acreedor mundial al deudor más grande. El artículo titulado “Rumbo a la colisión” manifiesta inquietud por el origen del financiamiento que está cubriendo los agujeros en Estados Unidos: “Los bancos centrales de los países del este asiático, fundamentalmente de China y Japón, han pasado a ser los prestamistas de última instancia de Estados Unidos”. Pese a que Roach agrega con pesimismo que “haciendo eso, China y Japón están sometiendo sus economías a riesgos serios y crecientes”, es muy interesante la explicación que brinda sobre los motivos que empujan a los monstruos asiáticos a tomar ese riesgo: “Como en Asia hay escasez de demanda interna, necesitan mantener sus monedas devaluadas para seguir fogoneando economías orientadas a la exportación. Y dado el enorme exceso de dólares que han acumulado, sus bancos centrales se ven forzados a reciclar esas reservas de divisas en otros activos denominados en dólares. Si no lo hicieran, el dólar caería y sus monedas se apreciarían. Es tan simple como eso”.