CONTADO
Atención, atención
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Tal vez se trata de una mera casualidad. Pero por las dudas conviene no descartar que la coincidencia sea una señal de que algo se está acercando. La cuestión es que en el último mes y medio el Fondo Monetario Internacional divulgó dos documentos recomendando que los países que tienen privatizada su jubilación flexibilicen las restricciones para que las Administradoras inviertan los fondos en el exterior. Cualquiera podría atar cabos y sospechar que ese consejo, que por ahora está en ámbitos teóricos y académicos, pronto se transforme en una condición de política económica del FMI para sus socios, entre los que la Argentina luce como un candidato más que apetecible.
En el primero de los citados Policy Discussion Paper (según la jerga del Fondo) titulado “Reforma previsional, restricciones a la inversión y mercados de capitales”, su autor Jorge E. Roldos señala en las conclusiones: “Dado que el crecimiento esperado en los fondos administrados es mayor que el crecimiento de los mercados de valores, los fondos de pensión se beneficiarían de un gradual relajamiento en los límites a la inversión en títulos y acciones extranjeras debido a que eso les permitiría diversificar sus oportunidades financieras”.
El segundo working paper se denomina “Fondos de pensión en mercados emergentes” y fue elaborado por Jorge Chan Lau. En su carátula se aclara que “no debe ser presentado por el periodismo como representando el enfoque del FMI”, lo que resulta absurdo considerando la enorme similitud con el anterior documento que sí es representativo del pensamiento de la institución. Dice este segundo: “Las limitaciones en la oferta de instrumentos en los mercados de valores domésticos y su impacto negativo sobre la diversificación de los fondos de pensión enfatizan la necesidad de levantar los límites a la inversión de los fondos en el extranjero”.
No sería extraño que presiones en ese sentido se hagan sentir por aquí en un futuro próximo, ahora que tras el acuerdo por la deuda en default, el Gobierno y las AFJP van a negociar cambios en el sistema de manera mucho más amistosa que los términos en los que estaba planteada la relación hasta no hace mucho, cuando por ejemplo el ministro Roberto Lavagna hablaba del “rotundo fracaso” del régimen privado y el presidente Kirchner les cargaba parte de la responsabilidad por el derrumbe fiscal de los años ‘90.
La Argentina se adecua a la perfección para aplicarle la recomendación, ya que cumple con los tres requisitos señalados en ambos documentos: los fondos de pensión son de magnitud apreciable, crecen mucho más rápido que el mercado de valores local, y las AFJP enfrentan restricciones para invertir en activos externos. El sistema está acumulando 3500 millones de pesos por año, y al ritmo que va superará los 50.000 millones antes de finalizar 2004. En valores absolutos sólo es superado en el mundo en desarrollo por Singapur, Malasia, Brasil, Chile y México (en ese orden), y en proporción a los respectivos PBI, supera a Brasil y a México.
Del total del dinero que actualmente administran las AFJP lo invertido en activos externos no alcanza siquiera al 10 por ciento, lo que deja un vasto campo de conquista para quienes se tientan imaginando que el ahorro argentino puede servir para financiar producción en algún otro lado. Un eventual aumento de ahora en adelante de la porción permitida hasta el 30 por ciento de la recaudación, por poner un número, implicaría un drenaje de dinero hacia el exterior por más de 300 millones de dólares por año al comienzo, e iría creciendo con el tiempo.
Semejante escenario puede parecer disparatado si se tiene en cuenta que para sostener un proceso de acumulación el país dependerá por algún tiempo del ahorro local debido a su casi nulo acceso al financiamiento externo. Resulta más disparatado aún, si además se recuerda que una de las peores enfermedades que padece la economía local es la enormidad de capitales fugados al extranjero por uno u otro motivo.
Sin embargo, también es cierto e igualmente disparatado que la provincia del actual Presidente mantenga afuera del país más de 500 millones de dólares que en su momento Kirchner sacó en un ejercicio de prudencia frente a la tormenta que se venía.
Y también es cierto que si el actual sistema va a sobrevivir con no demasiados cambios (como la nueva situación política induce a suponer), el raquítico mercado de capitales local no tiene capacidad para absorber los recursos que se van a ir acumulando en las AFJP. La única alternativa es otra vez sopa. Es decir, destinar los fondos previsionales para usos públicos de gasto o inversión. Lo que por cierto no parece nada conveniente a luz de lo que fue hasta ahora la experiencia del régimen diseñado por Cavallo.
Curiosamente el ex funcionario cavallista Walter Schultess, responsable directo de parir en 1994 aquel engendro, chicaneó días atrás en un seminario sobre el tema previsional: “Si hubiésemos abierto la puerta para que los fondos se fueran al exterior, como hizo un gobernador, las AFJP no habrían tenido problemas con el default. Pero creo que eso no hubiese estado bien”.