Dom 21.05.2006
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Felisa y Roberto

› Por Marcelo Zlotogwiazda

A diferencia del ex Roberto Lavagna, para quien la inflación es el principal problema, a la actual ministra no la desvela el tema. Su relación con el secretario de Comercio Guillermo Moreno tiene de todo menos buena química, pero ella reconoce que el estilo rudo y algo prepotente de él es funcional a lo que se necesita en estos tiempos para calmar expectativas y desactivar remarcaciones. Además, la información que le proporciona el Indec revela que el asunto está bajo control, con precios minoristas creciendo a un ritmo inferior al uno por ciento mensual en mayo y con la carne mostrando por primera vez caídas significativas a nivel minorista (alrededor del 10 por ciento en la primera semana), aunque todavía lejos de lo que bajó en Liniers. Al respecto: ¿la diferencia está yendo a parar a los bolsillos de quién?

A Felisa tampoco le preocupa el crecimiento del gasto público, como sí a Roberto, que quisiera ver más superávit fiscal del que ya hay. Ella reconoce que el gasto está creciendo pero, lejos de considerarlo como un problema, lo enseña como una variable que acompaña de manera calculada y criteriosa las demandas sociales y el vértigo del crecimiento económico. Se empecina en no enredarse en la polémica que plantean los que le piden que aproveche esta racha de vacas gordas para acumular muchas provisiones en el fondo anticíclico, y nada quiere saber con institucionalizar lo que para ella es un lujo que sólo pueden darse países con larga historia de estabilidad o sin tantas carencias de bienestar mínimo. Se conforma con ir juntando de a 300 millones de pesos por mes en esa cuenta especial de reserva, pero se resiste a comprometer cumplir con objetivo alguno como se le exige desde la más pura ortodoxia fiscal, o como también recomendó en público su antecesor en el cargo.

La ministra dice tener otras prioridades, distintas de las de los gurúes y también de las de su ex jefe. La enumeración comienza por mejorar la distribución del ingreso, sigue por el sostenimiento reforzado de la inversión, y culmina con la necesidad de aumentar mucho las exportaciones. Respecto de la inversión, su foco está puesto en lo que define como “falta de actitud empresaria”, que traduce como un conformismo con el actual nivel de ventas y rentabilidad, más la aversión a tomar riesgo y apostar con optimismo reinvirtiendo o endeudándose. Y que ejemplifica, en cuanto a pymes, con casos del sector alimentario que duda en expandirse a pesar de un presente positivo y un futuro con alta probabilidad de mantenerse intenso. Y en cuanto a grandes empresas, el ejemplo que se pone son las dificultades que está enfrentando PSA Peugeot Citroën para consolidar sus planes de desarrollo. Cuentan que a esa multinacional francesa ya le venía costando mucho esfuerzo abastecerse localmente de las autopartes que requiere el Peugeot modelo 307 que comenzó a fabricar en 2003 (importan de Europa partes que bien podrían ser manufacturadas localmente), a tal punto que de la inversión de cerca de 200 millones de dólares que anunciaron para instalar en el país como plataforma de producción para todo el mundo de un nuevo modelo 307 y de un Citroën, casi la mitad estará destinada a recrear una cadena de proveedores que fue prácticamente liquidada durante la década de los ‘90. La Argentina, subrayan en Economía, pudo pese a toda la desindustrialización padecida mantenerse como uno de los únicos tres países (junto con México y Brasil) de América latina que disponen de fabricación automotriz, pero consideran imprescindible reconstruir los eslabones perdidos para que se aproxime más a un verdadero sector industrial y deje de asemejarse a una armaduría que genera fuerte desequilibrio desfavorable en el intercambio comercial.

Además de analizar formas para colaborar a despertar espíritus animales en el empresariado, Economía está rediseñando algunos programas de fomento a la inversión que nacieron durante la gestión Lavagna, y que terminaron siendo apropiados muy concentradamente por un puñado de empresas, al estilo de lo que el ex ministro descalificó como “capitalismo de amigos” en la presentación que hizo el jueves en la universidad del Opus Dei.

La tercera prioridad de Felisa pasa por incrementar sustancialmente las exportaciones (la meta es 50 por ciento en menos de un quinquenio), para lo cual resulta imprescindible comenzar a aprovechar antes que nada el explosivo mercado chino, pero también el de India y el de los países árabes.

En la agenda de la ministra no está anotada ninguna gran reforma. Ni tributaria, ni previsional, ni cualquier otra de esa índole. En eso sigue siendo igual a Roberto.

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