Dom 10.12.2006
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CONTADO

Falta de talento

› Por Marcelo Zlotogwiazda

El mayor experto en política industrial del país, Bernardo Kosacoff, señaló el miércoles pasado en una conferencia que una de las condiciones para consolidar una estrategia de crecimiento económico consiste en superar falsos dilemas. Para el titular de la oficina de la Cepal en el país, en lugar de plantear como excluyentes al mercado y a la intervención del Estado, lo que se precisa es crear mercados. Siguiendo la misma lógica, propone desarrollar tramas productivas entre empresas grandes y pyme, en vez de pensarlas como antagónicas. Asimismo, aconseja disociar mejoras de competitividad de salarios bajos, y en su lugar recomienda apuntar a empleo de calidad y a la capacidad de innovación. También se manifiesta en contra de la disyuntiva entre mercado interno y exportación, que, dicho sea de paso, es uno de los aspectos subyacentes en la pelea entre el Gobierno y el campo. El quinto falso dilema es entre agro, industria y servicios, cuando la opción correcta es a su juicio el tejido de eslabonamientos que integren a los tres sectores con las consecuentes ganancias de escala y valor agregado.

Sobre la creciente importancia del sector servicios, y con puntos de contacto con algunos de los apuntes de Kosacoff, fue impactante lo que en esa misma conferencia expuso Guillermo Ocampos, líder de IBM Global Business Services y uno de los máximos responsables en consultoría de esa multinacional para casi toda Latinoamérica. El ejecutivo contó que los servicios en general ya representan el 68 por ciento del Producto Bruto mundial, el 60 por ciento de la inversión y el 40 por ciento del empleo. Y puso como ejemplo el caso de IBM en el mundo y en la Argentina, que aceleradamente está abandonando todo lo que sea producción de computadoras e incluso de software tradicional, para dedicarse cada vez más a la prestación de servicios tecnológicos avanzados que se venden a geografías remotas, que van desde una administración de bases de datos hasta la gestión global de un negocio. Para este nuevo modelo de compañía que les permitió crecer a un 20 por ciento anual en los últimos años, han incorporado 3000 empleados desde 2002, de los cuales la mayoría son universitarios, y esperan sumar 1500 más el año próximo.

Aquí es donde comienzan los problemas, que Ocampos puso en evidencia con una afirmación de alto impacto y que despierta al desafío. Dijo: “Hoy la lucha en el sector no es por ganar el cliente, sino por captar talentos”. Según aseguró, la demanda es virtualmente ilimitada, pero hay una severa restricción de recursos humanos capacitados para las tareas requeridas. Kosacoff complementó señalando que “hay empresas de este tipo que se especializan en función del recurso humano disponible; por ejemplo, como hay muchos contadores, se vuelcan a ofrecer servicios globales de contabilidad”. A propósito, cuentan que Exxon realiza desde la Argentina la contabilidad para buena parte de su red mundial, y que Procter & Gamble diseña y ejecuta localmente mucha de su profusa publicidad a nivel planetario.

Es verdad que si IBM tiene ahora como principal restricción la escasez de capital humano apropiado, es porque antes su casa matriz eligió a la Argentina como uno de los cuatro países donde desarrollar este tipo de negocio para ofrecer al mundo, junto con Brasil, China e India, y así lo hizo tras evaluar que había cierta dotación de recursos calificados. Pero ese privilegio no puede ser ahora explotado en todo su potencial por la falta de mano de obra calificada, lo que en distinto grado también se observa en varias ramas manufactureras. Y lo más triste y paradójico es que son situaciones que se dan en un contexto donde subsiste aún una enorme masa de desocupados.

No cabe duda de que esta falta de coordinación reclama una urgente intervención estatal, que entre tantas otras cuestiones en lo inmediato debería abordar la tarea de promover e inducir a que la juventud se vuelque masivamente a las disciplinas educativas con mayores perspectivas laborales, lo que para empezar requiere que el Estado se interiorice de estos fenómenos y los difunda. Mejor aún sería si no sólo se restringiese a acomodar la formación y la oferta de recursos humanos a las tendencias de la demanda, sino que además planificara y orientara los estímulos para que el país se fortalezca en las ramas más promisorias y convenientes para su dotación de factores, superando todos los falsos dilemas que plantea Kosacoff.

En definitiva, de lo que se trata es de definir una estrategia de desarrollo, que no sólo es algo que trasciende en mucho una política macroeconómica exitosa para lograr crecimiento, sino que además resulta imprescindible para que ese crecimiento sea sostenible y con alguna autonomía de coyunturas externas extraordinarias.

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