Dom 24.12.2006
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CONTADO

Blooper de la UIA

› Por Marcelo Zlotogwiazda

La palabra beat se puede traducir del inglés como “golpear”, “ganarle a” o “marcar el compás”, entre otros significados posibles. Cualquiera de los mencionados sirve para entender por qué se titula Beat the Press el blog de Internet en el que el economista Dean Baker se dedica a criticar, corregir y refutar artículos de la prensa estadounidense. Días atrás hizo una excepción y en vez de dar pelea a periodistas equivocados, escribió con su habitual sarcasmo que “en el continuo esfuerzo para ayudar a la ardua tarea que realizan hombres y mujeres que trabajan en informar sobre economía, Beat the Press sugiere cinco tópicos para que escriban en las clásicas notas que se les pide en esta época sobre los principales hechos del año”. Para Baker los cinco más importantes fueron que China se convirtiera en la segunda potencia mundial (anuncia que si pese a ellos mismos se mantiene el ritmo, en cuatro o cinco años toman la punta), los finales del boom de productividad y de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos, la equiparación de los niveles de desempleo entre Estados Unidos y Europa (que derrumba el mito de que los Estados de Bienestar y proteccionistas sufren mayor desocupación), y en quinto lugar menciona “la continuidad del fuerte crecimiento en la Argentina”. Justifica esta última inclusión señalando: “Después del default el país rechazó repetidamente las recetas del FMI, aun en momentos en que el país se hundía en una severa recesión. Argentina ofreció un acuerdo a sus acreedores con una quita del 70 por ciento, lo que fue considerado una violación. Los expertos una y otra vez proyectaron inminentes desastres, pero desde entonces la economía ha venido creciendo a más del 8 por ciento anual y los pronósticos del propio Fondo auguran una tasa del 6 por ciento para 2007, el quinto año de recuperación”.

En las antípodas de Baker, la conservadora y muy prestigiosa revista inglesa The Economist publica en su última edición una nota sobre la Argentina donde da cuenta de “lo sorpresivo que les resulta a muchos la duración de la recuperación”, y por fuera del artículo su unidad de análisis, The Economist Intelligence Unit acaba de elevar su pronóstico de crecimiento del 6,5 al 7,0 por ciento para el año que viene. Salvo en el absurdo supuesto del Presupuesto que usó como pauta un aumento del PIB del 4 por ciento, los presagios parten de un piso del 6 por ciento. Si hasta el titular del Banco Central, Martín Redrado, tuvo que sincerar una expectativa de 7,4 por ciento. Y no faltan los que hablan de una “generala de nueves”, es decir cinco años a una tasa de expansión a la china. A propósito de la comparación, el estadounidense Nouriel Roubini exageró esta semana con que la serie de crecimiento argentino ya está desafiando la performance china.

Mucho más que la macro del 2007, o en verdad gracias a que la macro es lo que es y no hay serias amenazas a la vista que la tornen vulnerable, lo importante es ampliar el foco para ver cómo se rinden las asignaturas pendientes y se garantiza un sendero sostenible de crecimiento. En cuanto a lo primero, la desaceleración en el ritmo de mejora que venían mostrando los indicadores de desigualdad social, empleo en negro y creación de trabajo, son alertas que obligan a apurar lo que ya de por sí era el urgente desafío de atacar la exclusión estructural. A esos márgenes llega muy poco o nada de los anuncios de aumentos de salario mínimo o de asignaciones familiares.

Respecto del crecimiento a secas, la Unión Industrial Argentina ha planteado en estos días los grandes lineamientos de un plan a largo plazo que tiene a las Pyme como “motor” porque “generan el 70 por ciento del empleo y el 53 por ciento del valor agregado”. Más allá de la polémica sobre las medidas reclamadas, pocos repararon en que el plan de la UIA apunta a que en el año 2016 el Producto Bruto per cápita sea de 11.000 dólares. Aun sin considerar el crecimiento vegetativo, para alcanzar ese objetivo se requiere que la economía crezca ininterrumpidamente a un 8 por ciento en el decenio, es decir acumulando catorce años excepcionales. Como la palabra lo indica, la excepción no puede ser la constante, salvo en casos excepcionales como China.

Pasando de largo el blooper de la UIA, la utopía de aspirar a un PIB per cápita de 11.000 dólares de aquí a diez años es muy ilustrativa de lo lejos que queda el Primer Mundo. Si ese milagro se pudiera lograr, en 2016 la Argentina seguiría detrás de lo que hoy ya son países como Eslovenia, Portugal o Grecia, y ni siquiera alcanzaría la mitad del PIB per cápita de que ahora disfrutan en Irlanda o Australia. Ni hablar de paraísos como Dinamarca, que en estos momentos gozan de 34.000 dólares de ingreso promedio. Y en todos estos casos, mucho más repartidos que los 5000 dólares que la Argentina tiene hoy o que los 11.000 dólares que tendría si la fantasía de la UIA pudiera realizarse.

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