CONTADO
› Por Marcelo Zlotogwiazda
En cuestión de segundos el sitio www.globalrichlist.com le revela qué lugar ocupa usted en el ranking mundial de ingresos. Haga la prueba y lo más probable es que se sorprenda. Que aparezca mucho mejor ubicado de lo que pensaba. Por ejemplo: una persona que cobra un sueldo mensual de 4600 pesos obtiene un ingreso anual de 19.000 dólares, que lo coloca en el puesto 682.571.530. Es un número grande, pero la colocación es de privilegio porque la población mundial supera los 6000 millones. Es decir que esa persona gana más que otros 5300 millones y sólo es superada por el 11,37 por ciento de los habitantes del planeta. Si el ingreso se eleva a 8000 pesos por mes, lo que equivale a 33.000 dólares anuales, se salta hasta el puesto 324.540.230, que implica estar dentro del 5,4 por ciento top de la pirámide.
Los resultados sorprenden porque hay escasa conciencia de lo terriblemente injusta que es la distribución de la renta en el mundo y, por ende, de la magnitud de la pobreza. En la explicación de cómo funciona el modelo matemático en el que se basa el cálculo, el sitio (una perlita encontrada por el blog especializado en finanzas públicas www.musgrave.blogspot.com) muestra algunos datos escalofriantes:
El 20 por ciento más pobre (1200 millones de personas) se queda con menos del 1 por ciento de la torta y sobrevive en promedio con 1,37 dólares por día.
La mitad inferior recibe el 8,5 por ciento y cada uno se las arregla en promedio con 2,33 dólares diarios.
En el otro extremo, el 10 por ciento más rico se apropia del 51 por ciento del ingreso y dispone de 70 dólares por día per cápita.
Si se toma el 1 por ciento de la punta de la pirámide, su porción en el reparto equivale al 9,5 por ciento del total y disfruta de un ingreso diario individual de 130 dólares.
Dado que en la Argentina no hay ni tanta pobreza ni tanta inequidad como en el mundo entero, los dos casos tomados como ejemplo no rankean tan arriba. Pero tampoco lejos.
Los últimos datos disponibles de distribución del ingreso correspondientes al primer trimestre de este año muestran que el ingreso medio del primer decil de hogares que más ganan es de 6678 pesos por mes y el del segundo decil, de 3547 pesos. De lo que se desprende que con 4600 pesos se está cómodamente ubicado en el segundo 10 por ciento, y que con 8000 pesos no se está demasiado lejos del 5 por ciento top.
En este contexto, seguramente impreciso pero ilustrativo en esencia, queda claro que las modificaciones al impuesto a las Ganancias aprobadas el miércoles pasado benefician a segmentos de relativo buen pasar. Los casos no fueron tomados al azar:
n El nuevo mínimo no imponible para un asalariado casado con dos hijos es de 4600 pesos, que a la vista de lo señalado pretende demostrar que sólo queda gravado un porcentaje muy chico de los asalariados.
n El ejemplo de la persona que gana 8000 pesos pone en evidencia que incluso los que están próximos a la punta de la pirámide fueron beneficiados.
Es lógico que el sindicalismo de la CGT, liderado por Hugo Moyano, haya sido el principal promotor de esta reforma como fiel representante de los intereses de los asalariados del sector formal mejor remunerado. Lo polémico es que desde el Estado se resigne para ese fin más de 1500 millones de pesos de recaudación anual. El diputado Claudio Lozano fue de los pocos que se atrevió a disentir con la imperante demagogia que aplaude cualquier rebaja de impuestos, y en especial si favorece a clases medias. En los fundamentos del proyecto alternativo que presentó se lee: “Lejos de producir mayor igualdad, el proyecto oficial profundiza la inequidad de la carga tributaria. En un país donde el peso de los impuestos sobre el consumo es central (IVA al 21 por ciento), ocuparse sólo de quienes ganan más de 4500 pesos y dejar intactos a quienes ganan 900 o 1500 pesos y sólo consumen y pagan impuestos por todo su gasto es una aberración que profundiza la desigualdad, más allá de que se pretenda presentarla como un beneficio para los trabajadores”. Afirma que “la postergación de la reforma impositiva termina consolidando un camino más asociado a la discusión del salario de los gerentes y ejecutivos que de los problemas del conjunto de trabajadores”.
Además de sugerir la rebaja del IVA, el economista de la CTA insiste con propuestas que no por reiteradas perdieron validez, como la eliminación de las exenciones en Ganancias a las rentas financieras y a los dividendos accionarios, y la elevación del 35 al 42 por ciento en la alícuota que pagan los contribuyentes con ingresos superiores a los 120.000 pesos anuales.
En momentos en que muchos hacen sonar la alarma por la supuesta erosión del superávit fiscal, con el impulso de los cambios aprobados en Ganancias y los anuncios de aumento en jubilaciones y asignaciones familiares –que en conjunto implican mayor gasto por más de 7000 millones de pesos anuales–, el Gobierno revela que en ciertas cuestiones audacia no le falta. No es el caso en materia tributaria.
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