CONTADO
› Por Marcelo Zlotogwiazda
El Gobierno suspendió la exportación de petróleo y derivados con el objetivo de forzar la normalización del abastecimiento y de retrotraer los precios en el surtidor a los vigentes a fines de octubre. Es probable que la medida sea eficaz en alcanzar esas metas coyunturales, pero en tal caso antes de levantar la prohibición convendría que el Gobierno tomara conciencia de que el panorama internacional en materia energética en general y particularmente en hidrocarburos se presenta muy, pero muy delicado.
El petróleo que la Argentina venía exportando a pesar de que no abunda y de que las reservas declinan ya traspasó una vez la barrera de los 100 dólares el barril, y no son pocos sino la mayoría los analistas que vaticinan precios aún mayores.
Por un lado, muchos expertos consideran que se ha llegado a lo que se conoce como “pico petrolero”. Tal como explica el doctor en Relaciones Internacionales Khatchik DerGhougassian en un artículo sobre Crisis energética y conflictividad global que aparece en el último número de la publicación Diálogo Político de la Fundación Konrad Adenauer, “la teoría del pico petrolero sostiene que la producción mundial aumentará hasta que aproximadamente la mitad de las reservas se agoten; en este punto, la producción alcanzará un pico desde donde comenzará su irreversible declinación”. La teoría fue planteada por primera vez en 1956 por el geólogo M. King Hubbert, quien predijo con exactitud que Estados Unidos iba a alcanzar su máxima producción en 1970.
No todos opinan que el mundo llegó a ese pico. Al respecto, Marcelo Martínez Mosquera (fue quien lideró el negocio petrolero del grupo Techint como número uno de Tecpetrol y hoy asesora a la familia Rocca en el tema) sostiene en un libro que acaba de publicar que “discutir si estamos en el pico de petróleo es redundante. Las circunstancias de oferta y demanda que vivimos son tales que ya nos encontramos en plena crisis, sin soluciones a la vista, salvo un sistemático y continuo avance en los precios”.
De todas maneras, en el libro titulado Energía en el mundo. La era de la escasez, MMM es contundente en afirmar que el petróleo (provee el 36 por ciento de la matriz energética mundial) “se está acabando”, y fundamenta su pesimismo para cada uno de los tres grupos de productores: la Opep, los países de la ex Unión Soviética, y los otros más de cuarenta productores entre los que figura la Argentina.
Sobre estos últimos, por ejemplo, señala que “pese a haber aumentado la inversión espectacularmente desde 100.000 millones de dólares en 2004 a 162.000 millones 2006, respondiendo a la señal de precios, la producción no se incrementó”. El rendimiento por dólar invertido es decreciente.
En cuanto a los biocombustibles, reconoce que hay un boom pero con un potencial limitado que no cambia el horizonte de escasez: “si todos los aceites de oleaginosas que se producen en el mundo se dedicaran a la generación de biodiesel, el resultado representaría sólo el 7 por ciento de la necesidad mundial de gasoil. Si todo el maíz y el azúcar que se producen en el mundo se dedicaran a producir nafta, representarían sólo el 20 por ciento de la necesidad mundial de este combustible. Los precios de los alimentos se dispararán mucho más de lo ocurrido hasta la fecha. ¿Está el mundo dispuesto a semejante cambio? Yo creo que no”.
Por el lado de la demanda, el profesor de la Universidad de San Andrés DerGhougassian apunta que el último informe de la Agencia Internacional de Energía muestra que “aumenta mucho más rápido que el descubrimiento y desarrollo de nuevos pozos”. Señala que “con suerte la industria petrolera puede satisfacer la demanda hasta el año 2012, pero después el panorama parece desolador”.
Entre las causas de que el consumo de petróleo continúe creciendo pese a que su precio se quintuplicó en lo que va de este siglo, sobresale el factor China. Es ilustrativa la anécdota que cuenta MMM en su libro: “En 1982 en la plaza Tiananmen de Beijing, frente a la ciudad prohibida, tuve ocasión de ver un automóvil Buick del año ’51 y una larga cola de familias chinas esperando sacarse una fotografía como parte del programa dominical. No era común ver autos circulando en esa época; sólo bicicletas y motos. Veinticinco años después China tiene una red vial de tamaño similar a la de Estados Unidos y la van a usar”. Vaya si la usan: China ya es el tercer productor mundial de autos (detrás de Japón y Estados Unidos) y el segundo mercado.
Con semejante panorama global, el levantamiento de la restricción a la exportación debería evaluarse con la mirada puesta mucho más adelante que los asuntos de urgencia.
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