Un millonario moribundo pide hablar con su doctor, su cura confesor y su abogado. Una vez reunidos les dice: “Yo sé que la plata no te la podés llevar al cielo, pero quiero intentarlo. Por eso les voy a dar un sobre con 100 mil dólares a cada uno para que cuando muera lo pongan en mí ataúd”. Los tres consejeros aceptan y en el funeral se ve a cada uno depositando su sobre. Luego del entierro, el doctor mira a los otros dos y les dice: “Tengo una confesión que hacerles. En el hospital se rompió el tomógrafo y tuve que sacar 20 mil dólares del dinero de nuestro amigo para comprarlo”. El cura agacha la cabeza y agrega: “Yo también saqué 50 mil para ayudar a los pobres”. Entonces, el abogado los mira fijamente y les dice: “Estoy decepcionado por la actitud de ustedes. Quiero que sepan que yo resistí a la tentación y deposité un cheque de 100 mil dólares”.