En un artículo publicado el pasado domingo en Cash, el suplemento de economía de Página/12, el colega Manuel Calderón, de la Universidad de La Plata, desarrolló brevemente los contenidos y funciones de los procesos económicos según se articulen mediante los postulados de la economía liberal clásica o sobre las bases de la denominada economía planificada total, como funcionó en escasos países en el mundo, como Rusia y Cuba, con escasas diferencias.

La primera experiencia, la de Rusia, tuvo su término en 1989, y la segunda, con algunas modificaciones, aún sigue rechazando el funcionamiento total de la economía de mercado. Planificar tuvo su origen en Rusia bajo el régimen comunista. Por ello, ese concepto, por esa sola razón, fue y es repudiado por los clásicos, asignándole la condición de ir acompañado en el terreno de la política con íntimas relaciones con el despotismo y la tiranía.

Manuel Calderón parcializa sus análisis y conclusiones en tanto resalta las dificultades de funcionamiento basadas en un organismo de planificación centralizada, lo que es correcto. Pero, a nuestro entender, perfectible en lo relativo a los “mecanismos” que los clásicos le atribuyen al mentado mercado, cuyas decisiones serían las más correctas ya que estarían basadas en un Orden Natural, o sea un nuevo Dios que todo lo resolvería con precisa justeza, equidad y justicia, claro que condicionando todo ello al hecho de que el supuesto mercado tenga como base la denominada competencia perfecta, por lo cual, como ello es imposible –como lo demuestra la realidad de siglos, ya que en el mercado las fuerzas opuestas no son equiparables dada la inevitable participación de los monopolios y oligopolios, legales o de hecho–, determinan que esa justeza, equidad y justicia sean absolutamente imposibles de ser satisfechas.

Sintéticamente, lo que le faltó decir a Calderón es que la economía de mercado es una falsa suposición de los clásicos, contradiciendo la metodología de una de las ciencias del hombre, la economía, que debe ser empírica y por lo tanto con la imposibilidad de formular “leyes”, sino simples hipótesis que, al no poder comprobarse, se terminan señalando como totalmente equívocas.

En tanto la economía planificada puede ser corregida y mejorada, tanto en el caso de planificación central como parcial, de la misma forma en que el hombre ha venido construyendo y perfeccionando todos sus proyectos, sus normas, en definitiva todo lo pensado a través de los siglos, la economía de mercado, con un orden natural inexistente, con creciente participación de los sectores dominantes cada vez más poderosos, con el advenimiento de los capitales financieros que todo lo deciden, nunca podrá funcionar. Nunca podrá alcanzar una economía que base sus resoluciones en la búsqueda de sociedades más iguales y, por lo tanto, más libres

* Docente de la UNR.