DEBATE › ALZA DEL PRODUCTO BRUTO INTERNO Y “DESECONOMíAS EXTERNAS”
El concepto de crecimiento es usualmente confundido con la idea de desarrollo. Puede haber crecimiento del PBI, pero no progreso socioeconómico de la población. Producciones tóxicas y desarrollo.
› Por Miguel Teubal *
“Porque aquí cabe la pregunta: el progreso para quién y qué significa la palabra ‘progreso’ si no se ajusta al respeto por la vida y hacia una verdadera igualdad democrática”, Osvaldo Bayer, “Nuestros verdaderos héroes”,
Página/12, 25 de mayo, 2013.
La palabra “progreso” tiene vigencia en la conversación cotidiana. Muchas veces se la sustituye por “desarrollo”, e incluso más en forma corriente por “crecimiento”. Desarrollo engloba más que crecimiento porque incluye mejoras en la distribución de los ingresos y reducción de la pobreza e indigencia. Se presume que con el desarrollo habrá una caída en la desocupación y mejoras en las condiciones de vida de la comunidad. Sin embargo, puede haber crecimiento sin desarrollo si aquél va acompañado por una mayor regresividad en la distribución del ingreso y un aumento de la pobreza e indigencia.
También hay otras cuestiones no siempre tratadas cuando se considera el concepto de crecimiento. Se dice que hubo diez años del mayor crecimiento en la historia del país, que se ha crecido a tasas chinas del 8 al 9 por ciento anual, y que esto ha sido un factor de progreso muy importante. Sin embargo, corresponde matizar la cuestión. El crecimiento se remite al aumento en el Producto global de la economía (PBI), o sea, la cantidad de “bienes y servicios” producidos y disponibles a la comunidad en su conjunto durante un período dado.
Sin embargo, no toda producción es producción de “bienes”. También hay muchos “males” incluidos en ese crecimiento, aunque sean computados como “bienes”. Uno notable es la producción de armas e instrumentos de guerra de todo tipo, que no pueden ser considerados “bienes”, o si lo son para algunos, no lo son para otros, o para la comunidad en su conjunto.
Teniendo presente esta cuestión, un conjunto de ciudadanos italianos se propuso hace unos años no pagar los impuestos que corresponden al presupuesto militar reduciendo sus aportes al Estado orientado a ese ítem en la proporción que corresponde a los gastos militares en el presupuesto total del país. Como contrapartida, se propusieron comprar libros y entregarlos a las escuelas con un sello que explicaba la situación. No es difícil pensar que si se prescindiera de estos “bienes” se prevendría por cierto muchos males en el mundo. Nadie puede decir que la guerra constituye un bien, y sin embargo la industria armamentista contribuye al crecimiento del PBI e incluso al indicador de exportaciones.
Lo mismo puede decirse respecto de muchas otras actividades económicas. Por caso de las actividades extractivas que tienen que ver con la naturaleza. El proceso de fumigación masiva por aire, y por tierra, la utilización del glifosato y de otros agroquímicos son considerados “bienes” porque son necesarios para matar la maleza que queda en el campo después de la siembra directa en la producción sojera. Sin embargo, son actividades que matan y enferman a las personas, que destruyen la producción de alimentos necesarios para la vida y el bienestar de los pequeños productores. Por lo tanto resulta un tanto engañoso considerarlos como “bienes”.
También existen muchos otros males generados por la producción sojera, que sin embargo sigue siendo altamente rentable para muchas personas. Pero que sean rentables no significa que sean actividades “buenas” que producen “bienes”. Pueden ser actividades muy malas, como bien lo saben, porque lo han sufrido en carne propia, las Madres de Ituzaingó y muchas otras personas que viven en los entornos de la producción sojera. Sin embargo son actividades que comportan una parte del ingreso nacional, de la producción global de “bienes y servicios”.
Situación similar se observa respecto de la deforestación masiva que se realiza en las provincias del norte. Es una actividad que genera muchísimos “males”. ¿Por qué se realiza? En parte por la madera, pero también porque se abre el camino a la expansión sojera, que es altamente rentable. Lo cual no significa que sea “buena” para los campesinos y comunidades indígenas que son desplazados de sus hábitats o para el país en su conjunto, por su incidencia sobre el cambio climático, las inundaciones.
Cuando se analizan estos procesos no se consideran sus múltiples efectos perniciosos. Un libro sobre el modelo de la Barrick Gold se titula El mal, y es muy pertinente llamarlo así porque es una empresa que realiza muchísimas actividades que son muy pero muy “malas”. No cabe duda de que la producción el oro y la plata puede ser muy rentable para la empresa debido a la inestabilidad financiera y crisis actual en el mundo. Pero no es buena para las comunidades en donde se realiza, ya que en el proceso de producción se producen muchos “males” que los economistas denominan eufemísticamente “deseconomías externas”.
Entre los males que genera esta actividad están el saqueo de los recursos naturales preexistentes, en especial del agua, y su contaminación, la pérdida de la biodiversidad en el medio ambiente, la depredación de la naturaleza mediante explosiones de montañas enteras que afectan el aire, la tierra, el agua, el medio ambiente en general. Todas estas actividades forman parte del crecimiento, pero lo que producen no son “bienes” sino “males”. Son males que no son tomados en consideración cuando se habla del crecimiento o cuando se realizan los cómputos del Producto nacional. Y lo que refuerza este argumento es que se puede prescindir de ellas. Se puede prescindir del oro y la plata, pero no del agua y de los alimentos que forman parte de la vida misma
* Investigador superior del Conicet, profesor de la UBA.
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