OPINIóN › POLíTICAS Y MODELOS EN CIENCIA Y TéCNICA
La situación en ciencia y técnica ha mejorado notablemente. Es oportuno ahora discutir directrices específicas respecto de qué camino seguir y en dónde poner las prioridades de las políticas del sector.
› Por Vladimir Cares *
Un país que, como la Argentina, ha recuperado la autoestima por la aplicación de políticas públicas de sesgo progresista e inclusivo encuentra en la ciencia y la tecnología un campo en donde se pueden, y se deben, desarrollar enfoques y acciones concurrentes a fin de alcanzar mayores niveles de vida para la sociedad. Mucho se ha hecho desde 2003 hasta la fecha. Hoy, la comunidad científica, vilipendiada en tiempos de Menem y Cavallo, tiene su propio ministerio, hay más presupuesto disponible, se repatrian investigadores. La situación ha mejorado notablemente. Por ello, estos tiempos son óptimos para discutir en positivo, definiendo modelos y directrices específicas respecto de qué camino seguir y en dónde poner las prioridades de las políticas del sector.
Tomemos un ejemplo ilustrador, el modelo ofertista lineal (science push) que cuenta con numerosos partidarios en el medio científico local. Hacia julio de 1945, el entonces asesor de ciencia y tecnología de la Casa Blanca, Vannevar Bush, elevó un informe al presidente Harry Truman –informe conocido como “Ciencia, la frontera sin fin”– en donde indicaba cuáles eran las mejores alternativas para potenciar el rol de los Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial. Bush hacía hincapié en el rol de la ciencia básica como insumo principal de una cadena virtuosa y sostenida del proceso de innovación.
En este modelo, los científicos poseen un enorme margen de discrecionalidad al definir sus líneas de investigación. No importaba cuál era su área de conocimiento, tenían la libertad suficiente para decidir qué cosas hacer, ya que el producto de su trabajo no estaba atado a requerimientos predeterminados de aplicabilidad. No obstante, por una auténtica “mano invisible”, estos saberes básicos más tarde o más temprano se transformarían en los responsables del desarrollo sostenido de una nación. Las ideas de Bush guiaron la política científica estadounidense por años y se convirtieron en un modelo a imitar para una legión de países, aunque con el tiempo el modelo fue acumulando críticas y objeciones sin cesar. Mencionaremos algunas. En el modelo de Bush, la tecnología se relaciona con la ciencia desde una posición jerárquica inferior. La tecnología no puede funcionar sin el insumo que sólo aporta la ciencia. Como decía un viejo slogan: “La ciencia descubre, la tecnología aplica”. Este rol subsidiario de la tecnología fue objetado desde diversas investigaciones, que han aportado sólidos argumentos que rebaten la ingenua concepción de que la tecnología es solamente ciencia aplicada. Para dar una idea de lo complejo que es el corpus de lo que hoy se entiende por conocimiento tecnológico, enumeremos una breve descripción de sus componentes: 1) Conceptos fundamentales de diseño tecnológico. 2) Criterios de diseño y especificaciones. 3) Herramientas teóricas (matemáticas, procedimientos lógicos de razonamiento, leyes de la naturaleza, ciencias de la ingeniería). 4) Datos cuantitativos. 5) Consideraciones prácticas. 6) Conocimiento procedimental. 7) Conocimiento sociotecnológico (variables sociales, económicas, ambientales).
También el modelo de Bush recibió otros cuestionamientos. En su momento, desde el llamado Pensamiento Latinoamericano de Ciencia y Técnica (Amílcar Herrera, Jorge Sabato, Oscar Varsavsky, José Leite Lopes) se criticó tanto el sesgo cientificista del modelo como su ideologismo implícito que marginaba las demandas populares propias de los países dependientes. Más recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) hizo llegar su crítica al esquema ideado por Bush al reconocer que el proceso de desarrollo tecnológico y económico de una sociedad no es precisamente lineal. El proceso de innovación, a juicio de la OCDE, adopta variadas formas, pues deben ser considerados muchos otros elementos. Se pueden mencionar aquí las capacidades de manufacturación de la industria, el reconocimiento de las demandas del mercado, las mejoras incrementales de los productos existentes o las aplicaciones tecnológicas a nuevos mercados, entre otras cuestiones.
Pese a los muchos y contundentes cuestionamientos al modelo lineal, éste conserva todavía una considerable influencia en sectores importantes del sistema de ciencia y técnica, en parte debido a su efecto propagandístico respecto de las bondades ilimitadas de la ciencia. Independientemente de cómo se resuelva esta disputa, nos interesa destacar aquí que otro aspecto clave es determinar la pertinencia de la aplicación de modelos –el de Bush y muchos otros– a los que se les asigna una validez universal, descontextualizada y ahistórica. Esta preocupación también debe guiar el análisis de otras cuestiones de vital importancia. Por ejemplo, cómo se definen las agendas de trabajo de investigación y desarrollo que se consideran prioritarias para los sistemas de ciencia y técnica. En el caso de países tan disímiles como los Estados Unidos, la Argentina, la India o Uganda, se le asigna un rol central de la agenda científica a las investigaciones sobre biotecnología, nanotecnología y tecnologías de la información y la comunicación (TICs). El desarrollo sostenido de estas tres áreas, se argumenta, garantizará mejores condiciones de competitividad de los países, en términos de mayores niveles de vida de la población. Tomemos el caso de la India. Tiene hoy una población de 1240 millones de personas, ocupando el puesto 134º sobre 178 países en el ranking de Indice de Desarrollo Humano (IDH). Tiene envidiables indicadores científicos (forma parte de los primeros quince países del mundo en la producción de artículos científicos indexados, por ejemplo) que coexisten con niveles de pobreza alarmantes (42 por ciento de la población). Viendo este panorama cuesta visualizar que las prioridades definidas para la ciencia (los pilares del siglo XXI, a juicio del Ministerio de Ciencia indio) puedan transformarse en las herramientas claves con que la sociedad india superará la miseria, el hambre y la exclusión.
Como conclusión, cuando se discutan modelos y políticas para la ciencia y la tecnología hay muchos interrogantes, buenas y atendibles razones, pocas certezas. Entre ellas, lo que modifica una sociedad en términos de mayor bienestar, inclusión ciudadana, pleno empleo y redistribución del ingreso: es la política en su sentido más general (politics). La política científica (policy) acompañará, como todo, en su justa medida y armoniosamente
* Ingeniero. Secretario académico de la Facultad de Ciencias del Ambiente y la Salud, Universidad Nacional del Comahue.
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