ESCENARIO › MEGA RICOS Y OFFSHORE
› Por Diego Rubinzal
El fenómeno de la corrupción es fuente de preocupación argentina y mundial. Los medios de información orientan los reflectores sobre la “política” aunque la problemática atraviese transversalmente a toda la sociedad. La apropiación ilegal de fondos públicos es repudiable y debe ser condenada sin excusas. Sin embargo, la transformación de la corrupción en un show mediático impide abordar la cuestión en toda su complejidad.
Los fondos originados en la corruptela “política” apenas representan el 5 por ciento del dinero migrado hacia el mundo offshore, según lo señalado en el estudio realizado por Raymond Baker, presidente del Global Financial Integrity. Los delitos complejos (tráfico de armas, drogas, personas y otros) explican el 30 por ciento de esos flujos ilícitos. El 65 por ciento restante corresponde a la fuga de capitales de grandes empresas y “ricos globales” (empresarios, deportistas, artistas).
El especialista Jorge Gaggero sostiene en La transparencia en el reino del revés que no debe subestimarse “los efectos perversos y el daño social que causa la corrupción política, especialmente en el caso de los gobiernos nacional-populistas o de izquierda, a los que ni sus electorados ni sus oposiciones conservadoras o de derecha suelen perdonar las prácticas corruptas. A diferencia de la mayor tolerancia respecto de ellas que suele beneficiar a los gobiernos afines al poder económico. De lo que se trata…es de poner la cuestión en su adecuado contexto y ocuparse centralmente de lo que tiene mayor importancia”.
En esa línea, el repudiable caso “José López” es funcional a la invisibilización de la corrupción estructural. La gravísima conducta del ex funcionario deberá ser condenada por la justicia previo ejercicio del derecho de defensa. Ahora bien, el “árbol” (corrupción individual) no debe tapar el “bosque” (corrupción estructural).
Aldo Ferrer explicaba que la corrupción estructural “consiste, principalmente, en adoptar decisiones y políticas que generan rentas privadas espurias…en el caso argentino son ejemplos notorios de corrupción sistémica, la imposición de un tipo de cambio sobrevaluado y la desregulación de los movimientos de capitales que culminaron en el endeudamiento hasta el límite de la insolvencia, generaron una masa gigantesca de rentas especulativas y fuga de capitales y deterioraron el aparato productivo y la situación social”.
El poder económico utiliza diversos mecanismos para difundir la idea de que “la corrupción es el otro”. El ranking elaborado por Transparency International (TI) es uno de esos ejemplos. La mayoría de los medios de comunicación difunden esa medición asignándole un criterio de verdad científica. Los datos utilizados para confeccionar el índice tienen un marcado sesgo “pro mercado”.¿Quién financia esa ONG creada en 1993 por un ex director del Banco Mundial? La respuesta lo explica todo: la mayor parte del presupuesto es solventado con aportes de grandes empresas multinacionales y fondos de inversión estadounidenses e ingleses.
El ranking de corrupción de TI es el más conocido, pero no el único. Por caso, la ONG Tax Justice Network (TJN) elabora el Índice de Secreto Financiero (ISF, Financial Secrecy Index). Jorge Gaggero explica que “el ISF ordena a los países de acuerdo con la opacidad (“secretismo”) que cada uno de ellos ofrece y la escala de las actividades financieras offshore que logran atraer. El índice está concebido para ayudar a entender el grado de secretismo de las guaridas fiscales (mal llamadas “paraísos fiscales”) y los flujos financieros ilícitos (la denominada “fuga de capitales)”. “Los resultados de la comparación de los índices de TI y TJN son llamativos: los países más transparentes para TI son los más opacos para TJN. En el ranking de Transparency International, dejando a un lado a los países nórdicos, entre los más transparentes se puede encontrar a las guaridas fiscales más importantes del mundo: Holanda (5º), Suiza (7º), Singapur (8º), Luxemburgo (10º), Gran Bretaña (11º), Estados Unidos (16º) y Hong Kong (18º). Vale decir, estos mismos países son los más opacos según el índice de TJN. Si uno considera el conglomerado de guaridas que giran en la órbita de Londres –los protectorados de la Corona Británica como Cayman, Virgin Islands y Jersey– Gran Bretaña se ubica primera en términos de secreto financiero, seguida por Suiza (2ª), Hong Kong (3ª), Estados Unidos (4ª), Singapur (5ª) y Luxemburgo (6ª)”, concluye Gaggero.
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