MITOS ECONóMICOS › ARGENTINA EN UN RANKING DEL FORO ECONóMICO MUNDIAL
› Por Andrés Asiain
Hace unos días, diversos medios señalaron que nuestro país era de los “menos competitivos de la región”. La base de la afirmación fue un informe del Idesa realizado por ex funcionarios de la gestión económica de Cavallo que, tras la debacle de la Convertibilidad, buscaron refugio con el gobernador De la Sota en Córdoba. Para señalar que Argentina es poco competitiva, los integrantes del instituto no realizaron una investigación propia sino que reprodujeron, en forma parcial, la información publicada por el Foro Económico Mundial en su “Ranking global de competitividad 2014-15”.
De acuerdo con el mencionado ranking, Argentina ocupa la posición 104 entre los 144 países analizados, bastante por debajo de países de la región como Chile (33), Brasil (57), Perú (65), Colombia (66) y Uruguay (80). También economías que se recuperan de prolongadas guerras civiles como Sri Lanka (73), que se encuentran en pleno conflicto como Ucrania (76), enfrentan devastadoras crisis como Grecia (81) o sufren bloqueos comerciales por las potencias occidentales como Irán (83), son mejor posicionados que nuestro país en materia de competitividad. La mala performance de Argentina se fundaría en las “condiciones económicas adversas”, “débiles mecanismos institucionales”, “corrupción” y la “ineficiencia y favoritismo del Gobierno”, entre otras razones mencionadas por el informe.
El foro que publica el ranking se realiza en el Monte de Davos, Suiza, reuniendo a los empresarios más poderosos del planeta junto a gobernantes, periodistas e intelectuales vinculados al mundo corporativo. Su prédica elitista y proempresarial lo hizo blanco de protestas y manifestaciones de quienes se oponen al orden global gestado por el neoliberalismo. Pese a ello, suele juntar anualmente a más de 2000 participantes que abonan un piso superior a los 100.000 dólares entre membresía y boleto, para ser parte del exclusivo mítin.
Esa elite que participa en el foro es la fuente básica de información del “ranking global de competitividad”, a partir de sus respuestas a una encuesta de opinión realizada por los organizadores. Un extenso cuestionario donde la desregulación de los mercados, la facilidad para despedir trabajadores o la baja participación del Estado en la economía se asocian a la competitividad económica, son luego ponderados numéricamente para dar lugar a un “índice de competitividad” que se busca presentar aséptico en términos políticos e ideológicos.
Sin embargo, la matriz liberal y opositora que impregna al índice queda a la luz si se compara la mala calificación de nuestro país en la actualidad con la que se le asignaba en tiempos de aplicación de políticas económicas ortodoxas. En el año 1998 ocupaba la posición 34 y era fruto de elogios de los participantes del Foro. Aun en 2001, ya al borde del colapso de la Convertibilidad y con problemas de competitividad que afectaban a casi todos los sectores productivos, el índice de competitividad de Davos arrojaba mejores calificaciones que las actuales. El ranking de competitividad es, en realidad, un instrumento de propaganda neoliberal que expresa la opinión de los organizadores del foro y algunos de sus concurrentes. Ni siquiera es un buen indicador del pensamiento conservador del empresariado nacional, sino sólo del que predomina entre los nueve empresarios argentinos que participaron del Foro: Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó), Mario Blejer (Banco Hipotecario), Marcos Bulgheroni (Bridas), Inés Capdevila (La Nación), Eduardo Elsztain (IRSA), Facundo Garreton (Socialab), Mauricio Macri (PRO), Alec Oxenford (OLX), Leandro Pisaroni (Incutex).
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