Por Andrés Asiain

En el marco de la campaña electoral, Mauricio Macri respondía a las consultas sobre quiénes conformarían su gabinete con una muletilla: “Voy a conformar el mejor equipo de los últimos 50 años de historia argentina”. La referencia temporal parecía remitir positivamente al equipo de Illia, quien gobernó medio siglo atrás o, tal vez, a quienes acompañaron al dictador Onganía tras el golpe de 1966. Más allá de la singular referencia histórica, una vez conocido el resultado electoral, el nuevo mandatario presentó a la sociedad a sus principales funcionarios.

Al mando del flamante Ministerio de Finanzas y Hacienda fue nombrado Alfredo Prat-Gay. Sus antecedentes en el JP Morgan, el BCRA y la actividad privada –donde organizaba mecanismos financieros para que grandes actores económicos fuguen sus fortunas al exterior– dan indicios de que la clave de la política macroeconómica que se viene va a estar centrada en el endeudamiento externo. Las señales de Macri a los Estados Unidos en materia de política nacional y regional (Venezuela, Memorándum con Irán, Alianza del Pacífico), y las declaraciones de acelerar las negociaciones con los fondos buitre van en la misma dirección.

También Federico Sturzenegger, designado al frente del BCRA, muestra antecedentes vinculados con las finanzas internacionales, como su participación junto al entonces ministro Domingo Cavallo en la renegociación de la deuda conocida como Megacanje. Respecto de su nombramiento al frente del Banco Central, se produce en un contexto donde el PRO viene sosteniendo que la autoridad monetaria debe ser independiente del gobierno de turno, con críticas públicas a Alejandro Vanoli por ser un “militante”. Paradójicamente, quien asume como nuevo titular es un militante del PRO que llegó a ser diputado nacional por esa fuerza, y cuya línea de pensamiento y acción está plenamente consustanciada con el flamante gobierno.

El equipo económico se complementa con un diputado radical y dirigente de Confederación Rural Argentina en Agricultura, donde se avizora un viraje a políticas de desregulación del sector con su previsible impacto en el precio interno de los alimentos. También un empresario de medios y finanzas en el exministerio de industria que, anticipando la política hacia el sector, fue rebautizado como de Producción. Se eliminó el Ministerio de Planificación Federal, Obras Públicas y Servicios, siendo trasladadas partes de sus funciones al Ministerio del Interior.

En Trabajo fue designado Jorge Triaca (h), que más allá de los antecedentes familiares (su padre fue ministro de Trabajo de Menem), ya anticipó que los salarios sólo aumentarán cuando crezca la productividad laboral y que apunta a un “pacto social” que permita sostener la caída de los salarios luego de la pre-anunciada devaluación del dólar oficial.

A cargo del Ministerio de Energía fue nombrado un hombre histórico de la petrolera Shell. En Transporte un ex funcionario del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires vinculado con la empresa concesionaria de autos. Sin una asignación específica, figuran como coordinadores de políticas públicas, el CEO de LAN (principal competidora de Aerolíneas Argentinas) y el presidente de Farmacity (principal cadena de comercialización minorista de medicamentos).

@AndresAsiain