Dom 21.08.2016
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MITOS ECONóMICOS › EL MERCADO Y EL DESABASTECIMIENTO

“No nos podemos meter”

› Por Andrés Asiain

Los faltantes de productos en las góndolas de los supermercados suelen ser atribuidos a las malas prácticas intervencionistas de los gobiernos populistas. Pero para sorpresa de quienes vivimos bajo el reino del laissez faire, laissez passer macrista, en las últimas semanas se evidenciaron faltantes de manteca.

Según el Centro de la Industria Lechera, la baja del precio internacional de la leche en polvo descremada llevó a las usinas lácteas a disminuir su producción. Dado que gran parte de la manteca es un sub-producto de la leche en polvo descremada, también cayó su fabricación. A su vez, señalaron a la menor oferta de leche fluida por los tambos (que muestra una baja interanual del 15 por ciento) y las inundaciones en las cuencas lecheras, como otros condimentos que llevaron a la escasez de manteca.

Desde el lado de los tambos, se puso el acento en el bajo precio que paga la industria cartelizada junto al impacto de la suba de los insumos en su ecuación de negocios. El litro de leche que se vende a unos 16 pesos en los supermercados, se abona cerca de 4 pesos al tambo. Un valor que no resiste la reciente suba de costos de producción, especialmente por el alza del precio interno del maíz (provocado por la suba del dólar y la eliminación de las retenciones a su exportación) y del gasoil.

Sin voz en los medios se encuentra el último orejón de la cadena: los trabajadores del tambo. En la provincia de Buenos Aires suelen trabajar en forma familiar, incluyendo a los hijos, jornadas extenuantes con 1 o 2 descansos al mes. El salario por familia ronda los 10 mil pesos mensuales y la situación no es mejor en las demás provincias.

Ante tan compleja situación, hizo su aparición el ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, quien para sorpresa de propios y extraños manifestó: “Hay faltante de manteca porque los productores decidieron producir más queso, que es más rentable. Nosotros no nos podemos meter en esas decisiones, que son privadas del productor”. Respecto a posibles regulaciones sobre los precios que recibe el productor afirmó que “los controles de precios han fracaso en la Argentina”. Sobre una posible ayuda estatal a los tamberos indicó que “no podemos hacer que cierren los números de los tamberos con plata que no tenemos”.

Parte de “la plata que no tienen” se debe a la eliminación de retenciones al maíz que además explica, junto a la suba del dólar implementada por la actual administración, el incremento de su precio como insumo de los tambos. La pérdida de ingresos del Estado por esa medida, poco justificada dado que el maíz estaba rindiendo más que la soja al momento de la siembra, fue de unos 570 millones de dólares. Con esa plata, se podría haber incrementado en 1,80 pesos el precio por litro de leche de todos los productores del país, además de beneficiarlos con una rebaja en sus costos productivos por el impacto de las retenciones sobre el precio interno del maíz.

Por otro lado y pese a su “fracaso histórico”, el Estado controla el precio de los combustibles y, en el caso del gasoil, decidió permitir que se incremente más de un 30 por ciento desde el cambio de gobierno. Más sorprendente es que los faltantes de productos en las góndolas, quiebras de tambos y duras condiciones de explotación de sus trabajadores, no parecen hacer mella en la fe inquebrantable en la auto-regulación de los mercados del ministro Buryaile, que en nombre del libre mercado parece dispuesto a cobrar su sueldo mientras se cruza de brazos dejando hacer a la oferta y la demanda./p>

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