CONSULTORA MVA - MACROECONOMICA *
El caso chileno representa un ejemplo relativamente exitoso de la aplicación de restricciones al capital de corto plazo que hace pensar que su adaptación a la actualidad argentina sea razonable. Sin embargo, sería deseable que se tuvieran en cuenta algunas particularidades argentinas.
En primer lugar, la motivación no parece ser la misma ya que el gobierno argentino no parece estar, y mucho menos en un año electoral, preocupado en evitar una expansión fuerte del gasto doméstico. De hecho, el importante impulso fiscal que se aplicó en diciembre último parece estar indicando lo contrario.
Adicionalmente, las autoridades argentinas no parecen estar demasiado propensas a convalidar un “spread” superior al de mercado para las tasas de interés domésticas. Por el contrario, mantenerlas lo más bajas posibles parece ser la preocupación. De este modo, la preocupación argentina actual más compartida con los chilenos del ‘90 parece ser el querer evitar una apreciación muy fuerte de la moneda, preocupación que compartimos. A este respecto, si bien el encaje chileno (mantener inmovilizado una parte del capital ingresado al país sin remuneración alguna) no evitó que el peso chileno se apreciara, sí existen indicios de que habría sido efectivo para evitar volatilidad en su ajuste y que el mismo se aprecia más de lo prudente.
Saliendo un poco de las motivaciones políticas, una diferencia importante entre el caso chileno y el argentino, viene dado por la alta acumulación de activos externos por parte de los residentes, especialmente en dólares billete bajo el colchón. En el último trimestre de 2004, las ventas de dólares billete fueron superiores a las compras. El boom constructor también parece indicar cierta tendencia a modificar la cartera de inversión con mayores activos internos que en el momento de la crisis, y si se lograra despejar la incertidumbre en torno de la deuda se verificarían mayores ventas de billetes. No creemos que el Gobierno vaya a desalentar ese tipo de entrada de capitales, y tal entrada, dada la alta tenencia de activos extranjeros y el pequeño tamaño relativo de nuestro mercado de cambios podría poner presión al tipo de cambio.
Respecto del objetivo de alargar la madurez de las inversiones, objetivo para el cual la imposición de un encaje no remunerado al capital de corto plazo ha dado buenos resultados, creemos que además de instrumentos de ese tipo deben dejarse atrás las discusiones con las compañías de servicios públicos privatizados. En este sentido vemos con preocupación que llegue a verificarse otro episodio re-estatizador.
Finalmente, no habría que descartar que una potencial introducción del encaje a la chilena vaya acompañado por medidas que faciliten la demanda de dólares, y en ese sentido flexibilizar los actuales controles y obligaciones para liquidar divisas en el mercado de cambios no pueden ser descartadas. A la larga, facilitar la salida de capitales debería redundar en un mayor demanda de divisas, aunque a corto plazo puede existir el costo que una puerta más grande incentive una mayor entrada. Creemos que al momento de discutir un nuevo programa con el FMI, la implementación de alguna flexibilización harían a la eventual implementación de un encaje más digerible.
* Del último informe de la consultora fundada por Mario Vicens.
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