Dom 17.09.2006
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EL CONFLICTO DE LAS PASTERAS

La experiencia chilena

› Por Verónica Gago

La instalación de las fábricas de celulosa en los países del Cono Sur se intenta justificar como un “megaproyecto” imposible de ser rechazado precisamente por la magnitud de su inversión. Chile es uno de los países pioneros en la atracción de este tipo de inversiones relacionadas a la celulosa de papel. De hecho, la sociedad anónima chilena Celulosa Arauco y Constitución –responsable de las pasteras de Valdivia que critica Max Neef– es una de las mayores empresas forestales de América latina y la que en 1996 adquirió la empresa forestal más grande de Argentina: Alto Paraná (Misiones).

“En mi experiencia de haber trabajado en desarrollo en muchos países del mundo nunca he visto que un megaproyecto beneficie realmente al lugar en el cual se instala. Los problemas suelen ser mayores que los aportes que hace, pero es la obsesión que hay en Chile por los megaproyectos. Como confirmación de lo dicho basta observar que aquellas regiones de Chile que tienen los más grandes megaproyectos, son también las que tienen los mayores niveles de pobreza”, explicó el economista. En la Universidad de Valdivia –de la que Max Neef fue rector– se hicieron varios estudios que dictaminaron la contaminación que producen las pasteras en la zona.

¿Qué opina del conflicto entre Uruguay y Argentina?

–Estuve en Gualeguaychú y Concordia dando unas charlas y conversando con la gente para contar lo que nos ocurrió a nosotros. El discurso de que se va a usar la tecnología más avanzada del mundo es una mentira, impulsada por las presiones del poder económico y aceptada por el poder político, que tiene finalmente un resultado fatal. Nosotros teníamos un humedal en Valdivia único en el mundo, producto del cataclismo de 1960, y eso fue destruido por la instalación de las pasteras. Ahora se acaba de instalar una nueva pastera en Itata, una región de la que salen los mejores vinos de Chile. Hace poco que Suecia devolvió 80 mil cajas de vino producidas en esa zona con el argumento de que no compran vinos que se producen donde hay fábricas de celulosa. Con esto quiero mostrar hasta dónde llega la cadena de impactos.

¿Usted cree que es un caso que anticipa lo que podría pasar en Gualeguaychú?

–Claro, la instalación de la pastera hizo que ese maravilloso humedal, al que mucha gente iba a navegar y a pasear, se convirtiera en agua muerta. Con esto quiero decir que se destruyó la industria turística de Valdivia. Además, desaparecieron los cientos de cisnes de cuello negro que eran parte del humedal debido a la contaminación producida por los desechos químicos lanzados al río Cruces. Esto indudablemente tendrá efectos sobre la salud de la población de la zona. Pero las empresas venden su película con la idea de que es una enorme inversión, de que genera empleo, cuando en verdad sólo son 200 empleos en la época de construcción de la planta ya que el resto son trabajos indirectos muy mal remunerados. Ellos argumentan que oponerse significa estar en contra del progreso y realmente hay que discutir esa idea de progreso.

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