Dom 29.10.2006
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LA ESTRATEGIA DEL GOBIERNO ESPAÑOL

El sueño del gigante energético

› Por Oscar Guisoni desde Madrid

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder en marzo de 2004 tenía en carpeta un ambicioso plan para facilitar desde el gobierno la construcción de un poderoso grupo energético español, capaz de competir a nivel mundial con los gigantes del ramo y ahuyentar el fantasma de la posible compra por parte de la competencia extranjera de alguna de las compañías claves del sector, como Repsol YPF, Endesa, Iberdrola o Gas Natural. Ni él ni su ministro de Economía, Pedro Solbes, imaginaron nunca la tormenta política y económica que estaban a punto de desatar. Dos años y medio después, el proyecto aún está en pie. Aunque la batalla que se libra en torno de él se ha vuelto feroz y nadie sabe muy bien si Zapatero y el grupo de poderosos empresarios crecidos a la luz del boom inmobiliario que lo arropan lograrán cumplir con su ambicioso objetivo. La compra del 9,2 por ciento de Repsol YPF por parte de la constructora Sacyr-Vallehermoso y luego la declaración de querer elevar ese porcentaje hasta el 20 por ciento es el último episodio de una saga que tendrá profundas consecuencias para la mayoría de los países latinoamericanos en los que operan capitales de origen español vinculados al mercado energético.

El plan comenzó a hacerse visible en septiembre de 2005, cuando Gas Natural lanzó una OPA hostil contra la eléctrica Endesa. Apenas conocida la noticia, el opositor Partido Popular armó un gran escándalo, alegando que se estaba rompiendo la “doctrina Rato”, en referencia a la política fomentada por el ex ministro de Economía de José María Aznar y actual director del FMI, Rodrigo Rato, que nunca fue partidario de que existiera un grupo energético gigante argumentando que de ese modo se fomentaba la competencia y se evitaban los monopolios.

A los pocos días fue quedando claro que la cuestión de fondo que tanto molestaba al PP estaba relacionada con el hecho de que el mayor accionista de Gas Natural es La Caixa de Cataluña, entidad financiera con fuerte participación del Estado y muy influida por el nacionalismo catalán. La derecha española desconfía de las excelentes relaciones que los socialistas tienen con la burguesía catalana y vasca desde los tiempos de la Guerra Civil (1936-39), cuando estos sectores sociales optaron por la República, mientras el empresariado españolista se inclinaba por el fascismo franquista. El PP emprendió una dura campaña a través de sus medios de comunicación afines (el periódico El Mundo y la cadena radial COPE, propiedad del Episcopado) con el objetivo de asustar a la población bajo la consigna de que los catalanes pretendían monopolizar el mercado energético nacional.

La derecha argumentaba que sólo con el beneplácito de los socialistas que gobiernan en Madrid era posible que Gas Natural, cuya capitalización en bolsa es de 12.800 millones de euros, intentara comprar a Endesa que vale 35.500 millones. El mayor accionista de Endesa, Caja Madrid (otra entidad financiera con fuerte presencia política, influida por el PP que gobierna la comunidad autónoma de Madrid), propietaria de 9,9 por ciento de su paquete accionario, puso el grito en el cielo y llevó el tema ante la Justicia alegando incluso cuestiones de índole constitucional para oponerse a la OPA.

Cuando la batalla parecía estar decidida a favor de Gas Natural, los dirigentes de Caja Madrid decidieron poner en marcha conversaciones secretas con el gigante alemán E.ON, la mayor empresa eléctrica del mundo, con una facturación anual de 56.400 millones de euros, con el objetivo de que ésta comprara una parte del paquete accionario de Endesa, suficiente como para bloquear la OPA hostil de la gasista.

Pero el tiro les salió por la culata. Los alemanes descubrieron una joya que hasta el momento no habían visto y, puestos a invertir, lanzaron una contra OPA por la totalidad de la empresa. A Zapatero la noticia le cayó como un balde de agua fría. Mientras el gobierno se lanzaba a ponerle todo tipo de trabas a la entrada de E.ON en el negocio eléctrico local, lo que desató las iras de la comisaria europea de la Competencia, Neelie Kroes, los hombres allegados al ministro de Economía, Pedro Solbes, salieron a buscar en el mercado español alguien con suficiente cantidad de dinero fresco para que pudiera entrar en Endesa y así bloquear la contra OPA alemana.

Y si hay alguien que reúne esas condiciones en la España actual son las compañías constructoras. Así fue como apareció en escena Acciona, propiedad de la familia Entrecanales, quien compró por sorpresa el pasado mes el 10 por ciento del paquete accionario de Endesa, al tiempo que anunciaba que no se detendría hasta llegar al 24,9 por ciento. Una auténtica minoría de bloqueo.

La movida de Acciona no pasó desapercibida al resto del sector de la construcción al tiempo que tranquilizó a la clase política sin excepciones. Los rumores acerca del destino que las cinco grandes empresas del ramo (Acciona, ACS, Ferrovial, Sacyr-Vallehermoso y FCC) le estaban por dar a su enorme liquidez, fruto del boom inmobiliario del último quinquenio, agitaban desde hace un año los pasillos de la Bolsa de Madrid. Días después de la entrada de Acciona en Endesa, ACS decidió seguirle los pasos y el 26 de septiembre compró el 10 por ciento del paquete accionario de Iberdrola, la segunda compañía eléctrica del país, valorada en 31.800 millones de euros.

La operación de compra de hasta el 20 por ciento de Repsol por parte de Sacyr-Vallehermoso se enmarca dentro de este contexto, aunque los analistas sostienen que el juego aún permanece abierto y es de esperar que en las próximas semanas haya más noticias en el ámbito del convulsionado mercado energético español.

Mientras tanto, el sueño de Zapatero continúa inconcluso, aunque comienza a vislumbrarse en el horizonte su posible realización. Por un lado, la previsible creación de un consorcio que una Gas Natural, Endesa y Acciona (habría que ver qué papel juega E.ON en el asunto, que todavía no ha desistido de su OPA) daría lugar al nacimiento del tercer grupo mundial de servicios, sólo por detrás de la compañía alemana y de la italiana ENI, y la primera en el área latinoamericana con más de 30 millones de clientes y activos superiores a los 62.000 millones de euros. En este paquete también entraría Repsol, que tiene el 30 por ciento de las acciones de Gas Natural. Si la que triunfa es E.ON, la compañía alemana pasaría a ocupar un lugar relevante en América latina, un mercado en el que hasta el momento no tiene presencia alguna.

Por otra parte, la conformación de un polo Iberdrola-ACS y Unión Fenosa (la constructora tiene el 35 del paquete accionario de la tercera eléctrica española) daría lugar a la creación de un grupo potente, con una facturación de 18.000 millones de euros al año y valorado en Bolsa en 42.520 millones de euros.

Cualquiera fuere el resultado, está claro que América latina tendrá que lidiar en un futuro próximo con grupos españoles vinculados al sector energético más fuertes que los que operan individualmente ahora en la región. Esto supondrá un mayor poder de negociación por parte de las empresas y un debilitamiento de los estados nacionales a la hora de ponerles coto a sus ansias de beneficios. El sueño de Zapatero puede transformarse así en una futura pesadilla latinoamericana.

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