INSTRUMENTO PARA EL DESARROLLO NACIONAL
› Por Federico Bernal
A la luz de los debates en torno de la hipotética estatización del mercado granario o de la eventual creación de una agencia estatal destinada tanto a regular como a comercializar su producción, el análisis de Canadá y su organización monopólica de comercialización de trigo y cebada (el CWB) comienza a surcar la gran prensa. Vista la importancia de analizar dicha organización, resulta fundamental aclarar algunos conceptos vinculados con su creación, coincidente con la aparición de la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de Carnes en la Argentina.
En primer lugar, el CWB no fue una respuesta excepcional a la excepcional crisis de 1930, sino que la crisis aceleró la fusión de varias y antiguas cooperativas (pooles) de pequeños y medianos productores agrícolas, creadas unos cuarenta años atrás. En realidad, el CWB fue el resultado de la democratización de la tierra en Canadá, a partir de 1872. La entrega masiva de tierras a colonos e inmigrantes por parte del Estado fundó una sólida base de pequeños productores, que con el paso del tiempo crearon comunidades rurales sumamente organizadas, cooperativistas y de fuerte contenido político.
En segundo lugar, y a diferencia de las juntas de granos y carnes creadas por el gobierno librecambista y conservador argentino de la década del ’30 (en este caso sí como respuesta excepcional a la crisis), el CWB fue una de las muchas derivaciones del poco conocido New Deal canadiense. Además del CWB (1935), el Estado-empresario avanzó en otros sectores estratégicos de la economía: el Banco de Canadá (1935), la Corporación Canadiense de Radiodifusión (1936) y la aerolínea de bandera Trans Canada (1937), entre otras empresas. La cuestión nacional, que en Canadá se resolvió en aproximadamente una década, cambió los patrones de acumulación y avanzó en el desarrollo de las primeras estructuras estatales a escala nacional-continental, colocando a la agricultura como elemento dinamizador y multiplicador del mercado interno, en el gran proveedor de materias primas estratégicas para la industrialización masiva del país. Algo imposible de realizar de no haber logrado la simultanea estatización de la política agraria en materia de colonización de nuevas tierras, en el combate al latifundismo mediante expropiaciones y/o legislaciones de acceso y reparto de tierras, en el tipo de explotación practicada, en la manera de concebir y realizar la expansión de la frontera agrícola, en el impulso a la investigación científico-tecnológica aplicada y en la protección comercial, financiera y económica de los pequeños y medianos productores.
En síntesis, la creación del CWB no fue una medida excepcional para los tiempos excepcionales que corrían, sino que se trató de una de las muchas expresiones de una política económica nacional, tanto en los planos agrícola e industrial como en lo social. El CWB funciona bien en un país industrializado que resolvió su cuestión agraria. Se justifica entonces que la renta derivada del sector (utilizada oportunamente para la industrialización masiva y el desarrollo socioeconómico) pueda ser percibida íntegramente por las decenas de miles de integrantes del CWB.
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